Me llamo Anthony y tengo 30 años de edad al escribir este testimonio. Vengo de una familia de ocho personas: mis padres y seis hijos varones. Mi vocación hacia la vida religiosa y la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios fue algo inesperado. Tengo una tía que es Hermana religiosa y ella tenía un gran deseo de que yo también sintiera la llamada hacia la Vida Consagrada. Rezó porque yo recibiera la vocación, de manera que se puso muy contenta cuando entré en la Orden. Durante los primeros años de mi formación, caí en la cuenta de que lo que me decía mi tía era verdad: en un principio, la persona que acaba de entrar piensa mucho en sí misma y en lo que desea conseguir. A continuación, al orar mucho y acostumbrarse a la presencia de Dios en su vida y en la creación, se compromete para con el designio y la voluntad de Dios que se van desenvolviendo ante ella. Sabemos que todos "tenemos vida y la tenemos con abundancia". He sido Hermano durante ocho años. Siento que Dios me ha concedido la gracia especial de amar y practicar la Hospitalidad. Me siento feliz y realizado al vivir la vocación hospitalaria y ser una fuerza del bien en las vidas de las personas pobres y enfermas. Mi objetivo constante es vivir una vida que corresponda a la gracia que me ha dado Dios