La hospitalidad es una relación reciproca – cada momento que uno dedica a ayudar al prójimo, es recompensado…. a veces de forma sorprendente.

Durante muchos años he dado clases de conversación en inglés, y sin embargo no me esperaba que algún día me iban a pedir que diera clases de inglés en un centro para personas discapacitadas, en particular en el centro para discapacitados de Gremsdorf. Al principio tenía grandes dudas, pero luego decidí que era un desafío que no podía rechazar, y que al contrario debía aceptar. Al finalizar las primeras clases, alguien propuso hacer un viaje a Inglaterra. Me encontré por lo tanto ante un desafío aún mayor, o diciéndolo en otras palabras: “un sueño imposible”. Gracias a la buena voluntad y al apoyo de muchas personas, conseguimos realizar este sueño. Tuvimos la suerte de conocer a una organización católica de Londres, “The Sons of Divine Providence“ (Los hijos de la Divina Providencia), que no sólo ofreció al grupo alojamiento y comida, sino que también se ocupó de los transportes y nos invitó a visitar su centro de día para discapacitados. Fue realmente un gesto de gran generosidad y hospitalidad. Tuvimos la alegría de poder devolver este gesto de hospitalidad invitando a nuestros amigos londinenses al año siguiente a Gremsdorf. La estancia en Londres estuvo para nosotros llena de emoción. Con los huéspedes del centro de día se crearon profundos lazos de amistad. En la Catedral de San Pablo hubo un ensayo del coro en la cripta mientras la visitábamos, y en los Kew Gardens tuvimos la suerte inesperada de ver a la Reina Isabel y al Príncipe Felipe que por el 250° aniversario de los jardines habían venido a plantar unos árboles. Obviamente nuestro grupo vivió todos estos eventos con inmensa alegría. Y para mí, como voluntario, compartir esta alegría fue realmente una experiencia muy enriquecedora.