Carolina Monteira

 

365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD

Colaboradora

Timor Oriental

Carolina Monteira

 

Vine a trabajar como enfermera voluntaria en los servicios psiquiátricos de los Hermanos de San Juan de Dios de Laclubar, Timor Oriental. Cuando llegué, me preguntaba qué habría podido hacer en un sitio tan remoto de un país tan lejano. Recibí una calurosa bienvenida y nunca me he sentido sola. Mi resolución inicial consistía en hacer todo lo que podía como enfermera, puesto que me daba cuenta de que no contaría con los recursos a los que estaba acostumbrada en mi país, Portugal. He de decir que, en un principio, era algo nuevo y extraño para mí que Dios estuviera constantemente presente en las conversaciones de cada día. Naturalmente, había que esperárselo en un lugar donde hay personas que han dedicado sus vidas a Dios. En el plano personal, mi inspiración era la Madre Teresa de Calcuta, quien decía: "A todos los que sufren y están solos, bríndales siempre una sonrisa alegre – no les brindes sólo tus cuidados, sino también tu corazón". He intentado adoptar esa frase como mi lema personal. Como profesional de salud y como enfermera, a pesar de que a menudo no contamos con los medios más adecuados para intervenir, he encontrado una gran satisfacción en la confianza que me otorgan las personas al contarme su historia, darme un abrazo, ofrecerme una sonrisa y mostrar avances en su recuperación de una enfermedad mental – son cosas que hacen que me sienta casi realizada. Ser enfermera en este contexto es algo maravilloso y muy gratificante. Tengo la sensación de que realmente estoy haciendo la diferencia y de que las personas lo agradecen. Obviamente hay muchas dificultades, se trata de trabajar en un terreno bastante incierto, siempre alerta de las posibles complicaciones, pero intento vivirlo con tranquilidad, con la seguridad de que hago todo lo posible en ese momento y lo mejor que puedo como enfermera, aún en esas condiciones.

De hecho, vivir en esta cultura, con personas que tienen una vivencia tan intensa de Dios, me ha llevado a pensar en la religión católica de forma diferente, a verla con otros ojos, porque hoy me doy cuenta de que toda esa alegría, aún sin razón de ser, se debe a una fe inquebrantable.

Mi misión personal evidentemente no era la de fortalecer mi fe, pero en estas condiciones, es inevitable pensar en Dios y la fe se ve necesariamente fortalecida, quizás sentimos la necesidad de creer en un Poder Superior que nos mueve y hace que siempre queramos dar lo mejor que tenemos. Yo no soy una misionera laica, sino una enfermera laica. Con esto quiero decir que a menudo echamos de menos las comodidades a las que estamos acostumbrados y, sobre todo, el cariño de quienes más nos quieren. Es como sentir que estamos siempre en el borde del abismo a nivel personal como profesional. Me hace pensar en el científico y psicólogo John Watson y su teoría del conductismo, que afirma que el entorno en el que actuamos nos moldea inevitablemente.

Nuestra institución, y por consiguiente la casa de los laicos, se encuentra en Laclubar, es decir a cuatro horas de viaje de Dili, de manera que todo es todavía más difícil. Cuando nos sentimos cansados o incluso enfadados, no podemos sencillamente darnos la vuelta e ir al café más cercano, o lo que sea… o incluso ver el mar (que yo amo tanto y que extraño mucho, puesto que yo también vengo de una pequeña isla, donde puedo ver el océano cada vez que quiero – mi perla del Atlántico, Madeira). Pero a pesar de todo ello, no estamos aquí para relajarnos. Contamos con una comunidad de Hermanos que nos ayudan a superar estos obstáculos con su carisma incomparable. Nosotros los laicos, vivimos a diario con los Hermanos, que comparten nuestras experiencias y fortalecen nuestros lazos de confianza y amistad.

Otro hecho que he encontrado es un elevado nivel de analfabetismo, combinado con creencias ancestrales, además de un débil apoyo social o familiar, que, además de ser una dificultad para la atención de salud, me ha llevado a concluir que aquí hay un campo de acción sumamente amplio para la formación.

Aquí la enfermedad no se percibe como el fallo de un órgano debido a varios factores internos y externos, sino como algo originado por lo místico, por maldiciones, hechizos, la obra del diablo, las almas perdidas… De tal forma que, a menudo, las medidas de prevención de las enfermedades casi siempre fracasan. Tenemos que luchar un poco con la tradición, con las excepciones, la indiferencia y el descuido de los profesionales, con la consiguiente resignación de las familias, los Matan Dook (curanderos) que contribuyen a causar retrasos a la hora de buscar atención de salud. También luchamos con la escasez de medicamentos. En nuestra institución en especial, contamos con el apoyo de nuestros hogares en Portugal, que nos brindan medicamentos, incluso de 3ª generación.

Mi motivación cotidiana surgió espontánea como mi trabajo, las personas y la experiencia, que se ha generado en mí como en los demás.

Ahora mi respuesta a la pregunta inicial del por qué estoy aquí, tras una reflexión más profunda y al haber vivido esta experiencia, es "el prójimo", los demás, esa es la esencia de la misión, hacer don de ti a otras personas, sin pensar en las posibles consecuencias para nosotros. A veces pienso que cuando al estar aquí me olvido por completo de mí misma, en ese momento estoy segura de que he cumplido mi misión. 

 

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