En mi encuentro con el Señor, fueron motivaciones fuertes , la vida de fe de mi familia, la formación y vivencias en mi parroquia y los encuentros progresivos con los pobres (barrio de chabolas, albergue, residencia de ancianos).

 En la Orden he vivido experiencias que me han llenado de felicidad como ha sido la experiencia misionera pues he estado quince anos entre Perú y Ecuador, sobre todo dedicado a la formación.

Otra vivencia fundamental ha sido el estar al lado del que sufre, ver en cada rostro a Jesús, querer ser para ellos el amor comprensivo, paciente y alegre y trasmitir que Jesús les ama tal como son y creer en lo que pueden ser.

La vida hospitalaria me ha permitido conocer a colaboradores y realidades diversas en muchos lugares y países, pero en todos se sigue practicando la misericordia con el que lo necesita.

Veo como desde nuestra realidad como Orden, somos capaces, porque estamos unidos a Jesús, de ofrecer salud, esperanza y sentido a la vida a muchas personas que viven el dolor y el sufrimiento.

Agradezco cada día el sentir que Jesús me llamo, me acompaña y es el fundamento de mi vida.

Siento gozo de servir en la Orden, que juntos buscamos cada día como llevar la Buena Noticia de la Hospitalidad a más personas con espíritu valiente y generoso. Sueño con poder dar lo mejor de mí mismo, junto a los hermanos y colaboradores, para poder llevar a un Jesús que consuela, perdona y libera.