Dora Schmidt
365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD |
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Colaboradora |
Alemania |
Dora Schmidt |
Una experiencia de hospitalidad
Vivir la hospitalidad para mi significa acoger al otro aceptándolo y valorizándolo.
La capacidad de ponerme en el lugar de lo demás, en las situaciones (existenciales) muy diferentes, una visión global de la “vida cotidiana” mezclado con el buen humor y la alegría por las pequeñas cosas, acompañan mis jornadas en el centro de ancianos de los Hermanos de San Juan de Dios de Neoburgo en Alemania. La complejidad de las personas se refleja en la complejidad de las situaciones. Durante las visitas de enfermería tengo la posibilidad de estar en contacto con los huéspedes del centro y de captar sus necesidades individuales. No se trata solamente de comprobar su estado de salud, ni tampoco es un coloquio, lo que hay que hacer es entablar un verdadero diálogo. El protagonista central de este diálogo debe ser el asistido; él es el primer experto de sus deseos y necesidades. Evidentemente también hay que dedicar el tiempo necesario a los problemas y preocupaciones. Necesitar “asistencia” significa a menudo una grave limitación de la autonomía. Ya nada es como antes. Incluso los gestos más sencillos requieren la ayuda de alguien. Cuando llegan nuevos huéspedes, independientemente de si se trata de ingresos residenciales, breves periodos de asistencia o asistencia diurna, yo siempre me esfuerzo por entender, con los interesados y las familias, el nivel de necesidad asistencial. Antes de que el anciano pase a vivir con nosotros en el centro, a menudo transcurren varios meses. Para favorecer la mejor situación posible para los interesados, les informo de los diferentes tipos de asistencia que ofrecemos. El personal es el corazón del centro y la clave de una buena asistencia. Es por lo tanto muy importante contar con un equipo asistencial bien formado y que funcione en todos los servicios. Esto requiere que se valoren y aprecien los méritos de todos los operadores – ¡día tras día!.