Alberto Mendes
365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD |
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Hermano |
Portugal |
Alberto Mendes |
La vocación al mundo hospitalario surgió cuando todavía era un seminarista: quería ser sacerdote, pero todo cambió cuando participé a un campamento hospitalario: Dios me fascinó a través de las personas enfermas. Y yo me he dejado seducir por el mundo de la hospitalidad, donde actualmente me siento realizado, construyendo mi felicidad y de la de los demás. Ahora sigo, como sacerdote, cerca de las personas que sufren, pero de una manera muy diferente porque mi consagración a Dios tiene lugar en el sacerdocio, cerca de los que sufren y como un hermano sacerdote. Intento que cada minuto de mi vida sea un don para la personas necesitadas, tratando de dar un significado mayor a muchas vidas que a menudo se sienten a la deriva.
Con los jóvenes intento testimoniar la dedicación al prójimo que da un sentido a mi vida, viviendo con ellos la hospitalidad, con pequeños gestos de caridad, contribuyendo a que ellos vivan la experiencia de Dios, en la confrontación con el mundo del sufrimiento. Es muy bonito cuando nos damos cuenta que hemos recibido más de lo que hemos dado. En las actividades con las personas enfermas experimentamos cada vez que la dedicación radical, sin esperar nada a cambio, lo gratuito, acaba siempre siendo una gran recompensa, visible en la expresión o en los gestos de la persona que recibe nuestros cuidados.
Como hermano de San Juan de Dios, mi felicidad pasa siempre a través del desafío constante de contestar cada día a la llamada que Dios me hace a través de las personas de mi entorno, especialmente aquellas que más sufren en nuestro mundo, y que me piden que corra el riesgo de entregarme sin limites al hermosísimo mundo de la hospitalidad.