Maria Glawogger

 

365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD

Colaboradora

Austria

Maria Glawogger

 

1944 / 45: Sittersdorf: Los alemanes habían enviado a hombres armados a Carintia, en la zona de los partisanos. Las agresiones eran continuas. Los partisanos luchaban, se escondían, intentaban huir. En aquel entonces no había mucha gente que tuviera el valor de decir: “Yo comparto lo que tengo con el prójimo”. Mi abuela sin embargo era así. Siempre ocultó a los partisanos en su casa ofreciéndoles ropa y comida. Sabía perfectamente qué riesgos corría pero nunca dejó de actuar según sus principios de fe.

Ofrecer comida y ropa – un signo de hospitalidad cristiana

1989: St. Oswald/Plankenwarth: Un día de verano del mes de julio, la estación de trenes está llena. La gente espera a un grupo de niños rumanos que gracias a la Caritas podrán pasar las vacaciones en Estiria. Mis padres han aceptado enseguida acoger a uno de estos niños.

Llega el tren, y en él, Ibi, una niña de nueve años, que pasará con nosotros tres semanas de vacaciones. Por primera vez sabrá qué es estar sereno, comer un helado, dormir en una cama mullida y mucho más. Tres semanas de serenidad para una niña que viene de un país bajo un régimen comunista, en el que las violaciones de los derechos humanos son constantes.

Tres semanas de serenidad – un signo de hospitalidad cristiana

2014: Centro San Juan de Dios de Kritzendorf: Me llamo María Glawogger y soy la directora asistencial del centro de ancianos de Kritzendorf. Uno de mis cometidos más importantes en este cargo es encargarme, junto con los demás operadores, del bienestar de nuestros huéspedes, independientemente del país de donde procedan, de la religión que profesen y de la patología que padezcan.


Cualquier persona es bienvenida – esta es la hospitalidad cristiana. 

 

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