Soy voluntaria a tiempo completo desde el año 1997, pero voluntaria hospitalaria sólo desde mayo de 2010, y lo siento mucho: desafortunadamente el estigma de la enfermedad mental pesó también en mi decisión.

A través de la invitación de una amiga probé y me enamoré. Me gusta ser una voluntaria hospitalaria: he encontrado aquí un rincón del paraíso.

Las personas que ayudo son tan puras, sinceras, amigables… que todo lo que puedo hacer por ellas siempre es poco ante la amplitud de sus almas.

Ser voluntaria es para mí una manera de ser y de estar en la vida: ser sencilla, estar atenta a la llamada silenciosa del otro; levantarme pronto, pero despertarme feliz porque puedo pasar el día con amigos.

Significa tener una sonrisa siempre dispuesta y acogedora. Ejercer un poco de mamá.

Ayudar, escuchar, reír, abrazar… entender, aceptar, respetar a cada uno tal y como es. Es llevar alegría y hacer todo lo posible para que el hoy sea diferente al ayer.

Ser voluntaria hospitalaria significa amar de forma incondicional.