Me gustaría comenzar este testimonio dando gracias a Dios por caminar a mi lado y ayudarme a descubrir su presencia en cada momento de mi vida.  

Cuando hago una relectura del paso de Dios por mi vida descubro que siempre ha estado muy presente y cercano en mi familia, mis amigos, y todas las personas que me he ido encontrando a lo largo del camino. 

Quizás soy más consciente desde que descubrí la llamada que Dios me hacía para vivir mi vida al servicio de los más pobres y necesitados como Hermano de San Juan de Dios. 

Vivir mi vida consagrado al carisma de la hospitalidad me ha abierto muchos nuevos horizontes que en un principio no tenía tan presentes u ocultos.  Vivir para Dios y para los demás me ha hecho salir de mi mismo para poner como centro al Dios de la Vida que se hace presente en la cotidianidad.

Soy feliz en mi trabajo diario con los hermanos de la comunidad, en el trabajo diario formando parte del proyecto de Hospitalidad que entre todos los que formamos parte de la Familia Hospitalaria llevamos entre manos.

Ante algunos momentos de incertidumbre o dificultades me vienen siempre a la mente las palabras de Juan Pablo II  que lanzó al mundo en la Plaza de San Pedro en el discurso de inauguración de su pontificado "No tengas miedo". 

Me siento en las manos de aquel que un día me llamó a salir de mi querida tierra aragonesa para ser su discípulo allí donde me lleve.