Justine Sengeh

 

365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD

Hermano

Africa

Justine Sengeh

 

La vocación es una llamada de Dios para realizar una misión particular. Comenzando por mi vocación cristiana, yo, Justine Sengeh, fui bautizado cuando era un bebé. Llegué a entender el significado del bautizo durante mi preparación para la confirmación.

 Sentí la vocación a la vida religiosa al acabar la escuela secundaria, en 2010, durante una visita a un aspirante de la Orden que era un amigo de infancia. Pude ver cómo los Hermanos cuidaban de los enfermos y de quienes sufren y me sentí realmente conmovido por su forma de tratar al prójimo. Comencé a plantearme muchas preguntas. Tenía el deseo de servir al Señor de forma especial, pero no como religioso ni como sacerdote, sino siendo otra cosa en la vida. A partir de ese momento, comencé a interrogarme sobre quién quería ser yo. Me dije que podía hacer lo mismo por Dios. Comencé a hacer preguntas sobre San Juan de Dios y sobre los Hermanos. Recé una breve oración dirigiéndome a Dios, pidiéndole que me iluminase. Escribí mi solicitud, pidiendo participar en un programa de "ven y verás" que duraba dos semanas. A continuación pedí seguir con la formación. Viajé a Benín para cursar el postulantado y luego el noviciado, donde emití mis primeros votos tras haber acabado los dos años de formación.

Desde el día en que entré en la Orden, pasando por todas las distintas fases de la formación, me ha encantado nuestro estilo de vida. Nuestra vida en comunidad, en la que expresamos la fraternidad, nuestra vida espiritual. Es en la oración que encontramos las fuerzas para cuidar de los pobres, enfermos y necesitados, en quienes vemos a Jesucristo nuestro señor. También nos tomamos muy en serio nuestra consagración.

Por tanto, ruego a Dios Nuestro Señor que me dé siempre las fuerzas y la gracia necesarias para servir a Dios a través de los pobres, enfermos y necesitados, según el estilo de San Juan de Dios. 

 

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