Formaba parte de un grupo juvenil de mi parroquia, los sacerdotes y las Religiosas de la misma cuando estaba discerniendo mi vocación (1975-76) y sentía que mi llamada era a vivir la vocación religiosa en una Comunidad de Hermanos y al servicio de los necesitados, me facilitaron el conocimiento del Centro de la Orden en Valencia. Allí fue el primer contacto, después seguí el proceso con los Hermanos responsables que estaban en Sant Boi (Barcelona), donde después inicie de formación.

Así comencé a conocer a San Juan de Dios y me impactó su estilo de vida, su preocupación, su acompañamiento, su estar con las personas y el no hacerlas dependientes, de él o de las otras personas que las ayudaban, sino que fueran autónomas, protagonistas de su propia vida[1], ósea que implicaba al propio usuario en la gestión de su propia situación, y también en la responsabilidad de ser parte activa su propio bienestar. Podríamos decir, yo contigo, pero no sin ti.

Hoy me sigo sintiendo llamado a renovar cada día, el descubrimiento de la invitación a ser parte de este proyecto de Hospitalidad al servicio de la persona enferma y en necesidad, desde una Comunidad de Hermanos que acompaña, construye, que encaja y actualiza esa respuesta personal, que favorece la fraternidad y la creación de lazos con personas que desde otras opciones de vida, quieren ser parte de éste ser Hospitalidad para los otros, y concretamente en mi misión actual al servicio de las Misiones y Cooperación Internacional de la Orden, en favor de los países menos favorecidos.