Paulinus Toh
365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD |
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Hermano |
Africa |
Paulinus Toh |
Nací en 1976, en una familia monógama con nueve hijos. La experiencia de mi vocación hospitalaria comenzó cuando conocí a un Hermano de San Juan de Dios durante un campamento vocacional en Bafut, una región noroccidental de Camerún, en el año 2003. Tras haber realizado varias visitas a la comunidad de Batibo, me invitaron a comenzar el postulantado en la comunidad de Nguti.
Dos cosas fueron muy importantes para mí durante mi estancia y experiencia en el postulantado. En primer lugar, que hay que vivir con personas de distintas procedencias culturales y sociales. En segundo lugar, muchos están llamados, pero pocos son elegidos, en el sentido de que al comenzar el postulantado éramos cinco, pero sólo cuatro de nosotros consiguieron seguir adelante y pasar al noviciado.
NOVICIADO
Mi experiencia en el noviciado no fue muy diferente respecto a la que viví en el postulantado, salvo por el hecho de que me brindó la oportunidad de conocerme mejor a mí mismo y de intensificar mi relación con Dios. La experiencia en comunidad y en el apostolado durante el período del noviciado me permitió hacerme una idea de la verdadera realidad de la vida religiosa y como hermano de San Juan de Dios. He vivido momentos de dificultad, sobre todo cuando las opiniones de los demás Hermanos estaban en conflicto con las mías y cuando intentaba hacerlo lo mejor posible y resultaba que en cambio había hecho lo peor. En pocas palabras, puedo decir que si conseguimos aprender a vivir bien con nuestros Hermanos, aceptándoles tal como son, el mandamiento de Dios de amarnos unos a otros se irradia a los alrededores. Una vez más, muchos están llamados pero pocos son elegidos, porque al comenzar el noviciado éramos siete, pero sólo seis han conseguido seguir adelante.
ESCOLASTICADO
Los primeros tres años en Zambia en la Universidad Evelyn HoneCollege como escolástico son un momento de mi vida que podría asemejar a lo que siente un pez fuera del agua. No fue un momento fácil para mí, considerando que acababa de salir del noviciado y, además, estaba solo. Mi vocación fue realmente puesta a prueba, en el sentido que un 97% de la población de la escuela estaba formado por laicos, con muy pocos hombres y mujeres religiosos y su estilo de vida era completamente distinto del mío. Lo que me permitió sobrevivir en aquella escuela fue que nunca cambió mi objetivo, es decir frecuentar la escuela para estudiar como Hermano de San Juan de Dios. Gracias a mi meta, el entorno y la presión de mis compañeros no pudieron interferir con mi vocación.
EL CAMINO DE SAN JUAN DE DIOS EN GRANADA
Haber tenido la oportunidad de seguir el camino de nuestro fundador, San Juan de Dios, en la ciudad de Granada, España, ha solidificado y fortalecido aún más mi vocación como Hermano de San Juan de Dios. Al pasar por los sitios por los que pasó nuestro fundador, poder admirar sus reliquias y estar sentado en la misma habitación en la que murió, haber sido testigo de cómo honran a San Juan de Dios en la ciudad de Granada los distintos grupos de personas durante la procesión el día 8 de marzo, he dicho a mí mismo que estoy realmente orgulloso de ser un Hermano de San Juan de Dios.
CONCLUSIÓN
Antes de decidir entrar en la vida religiosa, me imaginaba que los religiosos eran las personas más rectas en absoluto. Gracias a mi experiencia, desde el comienzo hasta la fecha, he podido darme cuenta de que se trataba de una impresión falsa. Más bien son personas humanas, al igual que los doce apóstoles, llamados por Jesucristo para seguirle, a pesar de sus defectos. Se trata de personas que han sido elegidas para adorar y glorificar a Dios de una forma especial. Desde que tomé la decisión de servir a Dios como religioso, nunca me he arrepentido de mi opción y no veo razones por las que no debería alentar a otras personas que se sienten llamadas a servir a Dios de forma especial a hacer lo mismo.