Casimiro da Silva Ferreira da Costa
365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD |
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Hermano |
Brasil |
Casimiro da Silva Ferreira da Costa |
Mi vocación hospitalaria se debe en parte a que la casa de mis padres estaba muy cerca de la Casa de la Orden de Barcelos (Norte de Portugal). Sabíamos que los hermanos eran verdaderamente religiosos, celebraban una misa diaria abierta al público, llevaban el hábito, rezaban el oficio divino, la letanía de la Virgen, el sábado – en fin, que eran y parecían hombres de Dios..
Puesto que los hermanos atendían a enfermos mentales, en mi mente fue surgiendo la idea que la Orden era algo espiritual y social. Pensé que los Hermanos amaban a Dios y al prójimo como a ellos mismos.
Siempre me ha gustado ir a misa en la parroquia y mis padres contaban que, al volver a casa, yo conseguía repetir toda la homilía, imitando incluso la voz del sacerdote. Esto ocurría cuando yo tenía 5 o 6 años. En 1953, con 12 años, entré en la Escuela Apostólica y en 1960 hice la profesión.
Siempre he admirado y he tratado de imitar la fe y la caridad de muchos hermanos. En cada uno de ellos veía a un amigo y a un obrador del bien. Ellos trabajaban a destajo en los servicios de enfermos mentales. Los que tenían el título de enfermeros eran responsables de los pabellones y nos hacían sentir que la Casa nos pertenecía, que era “nuestra casa”. Vi a muchos hermanos felices, realizados, orgullosos de sí mismos porque servían al Señor y esto para mi era fascinante. Después me invitaron a que sirviera a los enfermos como sacerdote. Acepté inmediatamente y esto me dio muchas alegrías. Administrar los sacramentos para mi es un hecho de gran envergadura espiritual que me ayuda realmente y que ayuda a los demás. Espero poder seguir imitando a muchos hermanos que han vivido con humildad, obediencia, castidad y pobreza. Nuestra Orden Hospitalaria es una “fabrica de santos” para quienes quieran ser santos. Tenemos a cuatro santos canonizados ¡Pero podrían ser más!