Estoy vinculada con la obra de Piaski desde el año 1988. Puedo dividir mi trabajo en esta estructura hospitalaria en dos etapas.

Al principio trabajaba como enfermera y observaba de lejos la vida de los hermanos, sin ningún interés particular. En el año 2000 cerraron el hospital y este fue restituido a la Orden. Percibí esto como la perdida de mi empleo.

En el año 2005, el Prior de entonces, en nombre de la Orden de los Hermanos de San Juan de Dios, nos propuso a muchos colaboradores y también a mí que creáramos juntos una nueva obra. El Prior nos hizo conocer la persona de San Juan de Dios y su hospitalidad. Nos mostró como con el trabajo cotidiano, con una gestión adecuada, cada uno de nosotros puede atender a los enfermos y a los colegas; nos enseñó como crear una comunidad.

Mi idea de curar, llena de amor, dedicación y cooperación hacia los necesitados se cumplía a través de la misión. A pesar de varias dificultades, la actitud de los hermanos, de los colaboradores y de los voluntarios, el empeño auténtico en la rehabilitación y en el cuidado de los enfermos eran y son todavía ahora elementos fundamentales que influyen en la satisfacción del paciente, en una buena opinión del hospital y en su reputación.

Soy feliz trabajando en la Casa del Señor, al haber descubierto de nuevo este lugar. Para mí Cristo es el punto fundamental del hospital, está presente en cada hombre. Me arrodillo delante del altar, doy gracias por el bien y encomiendo a Dios mis preocupaciones. Cuando, humanamente, los problemas parecen irresolubles, Dios me envía las personas y las soluciones necesarias. Gracias a esto, mi vida espiritual, familiar y laboral ha cambiado. Tenía a un buen guía desde el principio. San Juan de Dios, para mí, es fuente de inspiración para seguir a Cristo.