Hace ya cuatro años que tuve la oportunidad de pertenecer a esta casa, de la cual  siento el orgullo de poder decir que me siento un miembro más. Mi labor diaria en la Fundació Germà Tomás Canet, me ofrece la posibilidad de poder vivir el día a día de los pacientes con los que trabajamos (enfermos mentales severos, incapacitados por orden judicial), ofreciendo el apoyo profesional y, sobretodo humano, que la fragilidad de éstos requiere. Todos los trabajadores de la Fundación tenemos integrado la importancia de dignificar y respetar a las personas con las que trabajamos. Les acompañamos en sus proyectos vitales, les ayudamos y ofrecemos nuestro apoyo personal y profesional, dando en todo momento, ese plus que estas personas se merecen.

Personalmente el creer en la persona, más allá de la enfermedad mental, pero sin olvidar su existencia,  me ha empujado a buscar siempre un recurso mejor, más adecuado y ajustado a las necesidades que a veces solicitan y otras, la mayoría, tienes que intuir; a participar en la creación de nuevos proyectos que impulsen sus vidas, sus ganas de vivir.

La base de nuestro trabajo es el “vínculo”. Hemos potenciado las herramientas para poder lograrlo, mediante actividades de ocio, para que se incorpore a sus vidas un sentimiento de integración a un grupo, creando nuevas amistades entre los pacientes y ofreciendo la posibilidad de conocer una cara más afable de los profesionales.