Soy Jefa de Enfermería del Centro de Alzheimer de la Orden Hospitalaria en China. No consigo encontrar las palabras para describir adecuadamente la felicidad que siento al pensar en los tres años que he transcurrido con las personas mayores pacientes del centro. Me han enseñado muchas cosas sumamente valiosas. Quizás parezca algo sencillo vivir con las personas mayores. Sin embargo, puede ser difícil llegar a establecer una relación de confianza con los ancianos, que tienen dificultades para comunicar y que ven su propio deterioro físico y psicológico. Hace poco intenté comunicar con una paciente que acababa de ingresar en el centro. Cuando llegó, había pasado más de un mes sin bañarse y sin lavarse el cabello. No conseguimos convencerla para que se bañara, así que decidimos que tendríamos que hacerlo nosotros. Comencé a bañarla despacio y hablándole suave y poco después comenzó a colaborar. Al acabar, me dio las gracias varias veces, y hasta me secó el sudor de la frente. ¿Cómo puedo describir la alegría y la satisfacción que sentí? Desde ese momento en adelante, la señora siempre se portó muy bien conmigo y un día, se me acercó y me dijo: "Muchas gracias por todo. Toma estos calcetines", un regalito que sacó de su bolso. Con esas palabras, me demostraba su carácter inocente, bondadoso y amable. Cuando fallecen estas personas mayores a quienes he llegado a conocer tan bien, valoro mucho el haber compartido los últimos momentos de sus vidas como una amiga, algo que es muy significativo para mí.