Francesco Guarano
365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD |
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Colaborador |
Romana |
Francesco Guarano |
Me llamo Francesco Guarano y soy un colaborador de este centro (Instituto di Rehabilitación psiquiátrica y Neuromotora San Juan de Dios de Genzano de Roma) desde hace más de 30 años. En la actualidad tengo el cargo de Coordinador del servicio de Rehabilitación y Actividades Educativas ya que soy Educador Profesional. A lo largo de estos largos años he aprendido que ninguna profesión es rica de emociones, dramas, victorias y derrotas como la de quienes se encargan de atender a otros hombres. No creo haber emprendido esta profesión por falta de alternativas ya que tuve mi “empleo fijo”, espejismo para muchas personas hoydía, con tan sólo 20 años. Tampoco creo que se trate de una “fulguración en el camino de Damasco” ya que mi compromiso en lo social y hacia el prójimo se remonta a mi adolescencia. Habría podido seguir tranquilamente mi rutina laboral desarrollando, como siempre he hecho, una acción social y de voluntariado fuera del contexto donde hay que fichar la tarjeta y donde se rellenan módulos y papeleos burocráticos. En mi centro, durante unos años, vi como pasaban junto a mi hombres que yo no veía, no escuchaba. Pasaban a mi lado como fantasmas, vivía muchas horas al día rodeado de una humanidad herida en el cuerpo y en el alma y yo ni siquiera me daba cuenta de ello. Y eso que en mis lecturas no faltaban los libros de Franco Basaglia, un hombre, una lumbrera y sobre todo un iluminado que devolvía la dignidad a quienes habían sido privados de ella desde siempre. Mi compromiso socio-cultural seguía adelante fuera de mi contexto laboral (a principios de los años 80 desempeñaba otros cargos) como si las horas y los días pasados en el centro no me pertenecieran, como si esos hombres no existieran. He vivido muchos años cerca de la “diversidad” sin comprender que el hecho de ser diferente, en algunos casos, es incluso una riqueza. A lo largo de los años mis estudios en ciencias sociales hicieron que me sacara la carrera de Educador, una figura socio-sanitaria que se hace cargo de la cotidianidad de los pacientes psiquiátricos bajo el perfil del mantenimiento y desarrollo de la autonomía. En los últimos 15 años me confiaron además el cargo de coordinador de las prácticas y de los “stages” de formación de personas o grupos procedentes de otras instituciones próximas a nuestro contexto laboral. Esto significa que, personalmente, a lo largo del año, estoy en contacto con muchos jóvenes de escuelas superiores (Liceos, Escuelas Profesionales, asociaciones de voluntariado laico y católico) y también con muchos jóvenes que viven una experiencia en el campamento que se organiza expresamente en nuestro centro en contacto directo con nuestros pacientes (esto se da bajo la coordinación de un hermano de la Orden). En estas ocasiones les explicamos a los participantes qué es la Orden, su historia y el Carisma de los hermanos, un Carisma que se ha mantenido a lo largo de los siglos al servicio de las personas más frágiles, de los enfermos y de los últimos de la tierra siguiendo el ejemplo del Fundador. Personalmente considero que he encontrado mi vocación laica en esta dimensión cotidiana, hecha de fatiga al estar cerca cada día del enfermo mental, de su locura y de su incapacidad de articular palabras con sentido y sin embargo portador de una humanidad primordial que está cada día más lejana de nuestras mentes y de nuestros corazones.