Soy jefa de enfermería y trabajo en el Hogar de Ancianos de la Orden Hospitalaria de Damyang. Es un servicio de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios que se inauguró en diciembre de 2007. Nuestro primer paciente fue un hombre de 91 años, que en el pasado había sido soldado. Cuando ingresó, no quería moverse, rechazaba las comidas, los medicamentos y todo lo demás, con los ojos cerrados. Cuando intentábamos ayudarle a lavarse los dientes, intentaba arrojar al suelo el cepillo y amenazaba con violencia al colaborador que intentaba ayudarle. Teníamos dificultades en comunicar con él, porque tenía una pérdida de audición y comenzaba a padecer de demencia. Con el paso del tiempo, empezó a mejorar paulatinamente, gracias a la actitud constante, que no cambió a pesar de todo, y a los cuidados de los colaboradores y de los Hermanos. Sus familiares expresaron una gran sorpresa al ver que había mejorado su comportamiento. Comenzó a alimentarse voluntariamente, a mostrar interés por el entorno que le rodeaba y por las demás personas, e incluso a leer libros de vez en cuando. Cuando un Hermano le ayudaba a ver películas de soldados por internet, sonreía muy contento. Gradualmente comenzó a caminar con la ayuda de un aparato, lo que asombró mucho a sus familiares. Cuando murió, había transcurrido cinco años con nosotros en el Hogar de Ancianos. A veces pienso: "¿Qué es la hospitalidad?", "¿Acaso no se trata de hacer lo mejor que podamos por los pacientes de quienes cuidamos, tratándolos con todo respeto, como si fueran miembros de nuestras propias familias?". Eso es lo que significa la hospitalidad para mí, como miembro de la Familia de San Juan de Dios.