Llevo 21 años trabajando en el Centro Evergreen de Seúl, Corea del sur. Es un centro de rehabilitación para jóvenes con discapacidad mental, cuya meta es ofrecer una atención holística a los pacientes. Desde el sacramento del bautizo, siempre se han quedado conmigo las palabras del Señor: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis". En esta enseñanza se ha centrado mi vida laboral durante los 21 años que he trabajado en el centro y ha sido un bastón en el que he podido apoyarme en los momentos de cansancio y desesperación. Al mirar atrás hacia los últimos 21 años, recuerdo con satisfacción haber consolado y compartido los corazones rotos de los familiares de nuestros pacientes; haber establecido contactos con voluntarios y bienhechores, que generosamente comparten su tiempo y su dinero con los pacientes; haber escuchado y apoyado a los colaboradores cansados. Agradezco realmente a Dios por haberme conducido hasta el Centro Evergreen, donde puedo intentar vivir mi vida, inspirada por las palabras del Señor, de forma semejante a la de San Juan de Dios, quien dedicó su vida a los pobres, los enfermos y los marginados. Siempre siento que son escasas mis habilidades para ayudar a los pacientes, pero me siento empoderada y me llena de energías la cálida comprensión y el perdón de la Familia de San Juan de Dios.