A finales del año 2012 ingresé a fortalecer la experiencia pastoral de la gran familia hospitalaria de san Juan de Dios. Con tres años de vida sacerdotal, por decisión de mi obispo, se me encomendó la tarea acompañar la vida espiritual de esta casa de la hospitalidad.

Ha sido en verdad una experiencia de muchos aportes a mi vida consagrada y vocacional. La vocación se materializa en la misión. Esta misión pastoral en el campo de la salud es muy particular y privilegiada. Tengo la oportunidad de administrar la vida sacramental a los hermanos, pacientes, colaboradores y vecinos del hospital.

Realmente, es caminar de la mano entre el sufrimiento y el dolor humano. Es ayudar al que sufre. Es nuevamente cargar en mis brazos las angustias y las lágrimas del necesitado. Es portar con valor al Cristo sufriente en el rostro de cada uno de los pacientes.

Esta reflexión testimonial más allá de ser una simple consideración, es una realización objetiva en cuanto a logros obtenidos que han sido fruto de un esfuerzo dedicado y sigiloso gracias al trabajo en equipo. El comité de pastoral, ha sido el órgano rector que ha posibilitado que todas las acciones se encaminen desde el carisma de la hospitalidad. Soy testigo de la preocupación permanente de los hermanos para atender y favorecer la vida digna de los pacientes. Preocupación que se comparte y que fortalece a todos los colaboradores