Empecé a formar parte de esta gran familia en el año 1990.

Desconocedor del mundo de la salud mental, comencé a realizar suplencias de verano de rebote, gracias a una amiga que ya trabajaba en el centro, teniendo la gran fortuna de pasar por muchas de  las unidades del hospital. Esto fue una gran suerte para mí, ya que pude adquirir conocimientos de la gran mayoría de patologías que se trataban, ya que para mí era un tema “Tabú”. Apenas se hablaba con familiares o amigos por aquel entonces, siendo muy desconocido el mundo de la salud mental.

Poco a poco, todo esto me fue enganchando cada vez más.

Observe con el tiempo que valores como la “Hospitalidad”, “responsabilidad”, etc, valores que ya formaban parte de mi educación por parte de mis padres, me ayudaron mucho a comprender que, personas que estaban en una situación de vulnerabilidad, marginación o discriminación social por padecer una enfermedad mental, aquí tenían un lugar donde poder ser escuchados, tratados como a cualquier persona que padezca una enfermedad, sobre todo el respeto con el que se les atiende.

Personas que solo con ser escuchados o simplemente estar a su lado, acompañándolos en su enfermedad, dolor, etc. Para ellos es todo.

A día de hoy continúo disfrutando de otras experiencias diferentes en la Fundación Germà Tomás Canet.

Fundación que me ha dado la oportunidad de poder trabajar con personas que padecen una enfermedad mental, pero “privadas” de su capacidad para poder auto- gobernarse por un juez, agravándose aún más su situación.

Trabajo que me permite acercarme aún más a estas personas y ver más allá de la enfermedad cual es su realidad de su día a día fuera de la red asistencial.