Hugh Gillan
365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD |
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Hermano |
Occidental de Europa |
Hugh Gillan |
La hospitalidad es una palabra común en nuestra sociedad y normalmente hace referencia a la hospitalidad corporativa o a la industria de la hospitalidad. El estilo de vida que elegí yo hace muchos años consistía en seguir una hospitalidad diferente. Elegí hacer el Voto de Hospitalidad como Hermano de San Juan de Dios, para dedicar mi vida al servicio de los enfermos, de los pobres y necesitados, imitando el amor compasivo y misericordioso del Cristo del Evangelio. Lo hago siguiendo el estilo de San Juan de Dios. Nuestro fundador se llamaba "Juan de Dios" precisamente porque era un hombre que nos revelaba a Dios a través de su amor y Juan de Dios expresaba dicho amor a través de su hospitalidad.
Agradezco a Dios por el don que me ha dado de seguirlo en los pasos de San Juan de Dios. Considero que es un gran privilegio, aunque a veces tengo mis dificultades, pasar mi vida cuidando de los enfermos, los pobres y los necesitados y trabajar con tantas personas entregadas que tienen una vocación semejante. Las personas con quienes trabajo y las personas a beneficio de quienes trabajo me inspiran a diario. Me dan las fuerzas para seguir adelante y, naturalmente, la Eucaristía y la oración cotidianas me dan las energías espirituales que necesito para permanecer centrado en el seguimiento de Jesús, el Buen Samaritano. Como dicen nuestras constituciones: “El seguimiento y servicio de nuestro Señor Jesucristo es la mayor preocupación de nuestra vida; deseamos amarlo sobre todas las cosas del mundo y por su amor y bondad, queremos hacer el bien y la caridad a los pobres y necesitados” (Const. Art. 4).
Cada día me esfuerzo por encontrar las mejores maneras posibles de practicar la hospitalidad con el prójimo siguiendo los ejemplos e intuiciones de San Juan de Dios. No es siempre fácil para mí, pero forma parte de mi ser. Sin embargo, estoy muy satisfecho con mi vida y con las oportunidades que tengo a diario, como Hermano de San Juan de Dios, de acatar el primero y mayor de los mandamientos… amar a Dios, amar al prójimo y a mí mismo.