Etienne Mbad Sene

365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD

Hermano

Africa

Etienne Mbad Sene

 

Nací el 11/ 08 /74 en un pueblo del centro de Senegal, de padres católicos y en una gran familia. Me crié en ese entorno familiar donde empecé la escuela primaria con 6 años. Con 12 años fui admitido al juniorado de los hermanos de san Gabriel para continuar mi estudios con la intención de convertirme en religioso consagrado.

Así nació mi vocación y, a los tres años les pedí a los hermanos de san Gabriel que me dejaran reflexionar porque el ambiente del juniorado no me gustaba y porque tampoco deseaba ser profesor. Mi escuela se convirtió por lo tanto en el liceo donde terminé mis estudios secundarios de bachillerato. En esa época reconozco que el Señor me apoyó mucho y manifestó su amor por mi porque yo seguía deseando ser hermano pero en otra congregación, en la que hoy es mi Orden.

Al terminar el liceo fui donde los hermanos de san Juan de Dios con los había tenido algunos contactos anteriormente. Empecé el postulantado en 1997 y tres años después hice mi primera profesión. Realicé mis estudios profesionales de enfermería por tres años tras lo cual mi superior, el Delegado General de Senegal y Mozambique, me pidió que fuera a Roma para prepararme a ser formador. Tras otros tres años más de formación en Ciencias de la Educación me enviaron al noviciado de Lomé, en Togo, para acompañar a los jóvenes candidatos en formación. Llevo ya seis años como formador.

En cuanto a mi experiencia hospitalaria he de reconocer que prácticamente no tengo ninguna experiencia en hospitales, menos la que tuve siendo postulante o durante mis estudios de enfermería. Mi experiencia hospitalaria se desarrolla en la transmisión de los valores y principios de la vida religiosa en general y de la Orden Hospitalaria de san Juan de Dios en particular. Aunque al estar en contacto permanente con la realidad de nuestro ambiente me incumbe un cometido importante: escuchar, apoyar y asistir a las personas necesitadas. Vivo esto cotidianamente y siento que, estemos donde estemos por Cristo, podemos vivir plenamente el apostolado hospitalario porque los pobres están por doquier. Me siento por lo tanto plenamente realizado en mi vida hospitalaria como acompañante de jóvenes en formación y también estando en contacto con el mundo del sufrimiento

 

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