Soy el Jefe Ejecutivo de Cumplimiento de los Centros de la Provincia de Estados Unidos de América. Como médico y administrador de hospitales, me siento muy feliz y realizado en mi trabajo en el Hogar de Ancianos y Clínica San Juan de Dios de Los Ángeles. Mi trabajo no es sólo un cargo administrativo más, como lo sería en la "industria de la hospitalidad". Nuestra hospitalidad es diferente. Se basa en los principios personales y convicciones individuales sobre los comportamientos morales y gratificantes que dan satisfacción interior a los individuos y son una bendición para la comunidad. Como ejecutivo del Hogar San Juan de Dios, es un desafío encontrar un equilibrio al expresar mi hospitalidad cotidiana hacia los demás, cuando vivimos en una sociedad que ha perdido estos valores clave. No sólo la gente se ha perdido, sino que a menudo malinterpreta la hospitalidad, el respeto y la dignidad, considerándolos signos de debilidad y de inseguridad. Es entonces que pienso en el Evangelio según Mateo, Capítulo 5 (las Bienaventuranzas), que nos instan a amar al prójimo, así como a quienes nos ofenden o tienen antipatía por nosotros, es decir, no sólo a nuestros amigos y a las personas "simpáticas". Es en nuestras actividades cotidianas que encontramos las oportunidades providenciales para poner en la práctica lo que predicamos. Por ésta y por muchas otras razones, estoy muy agradecido a Dios por las abundantes oportunidades que he recibido en la Orden Hospitalaria de convertirme en un vehículo para los valores clave de la institución, al compartirlos con los colaboradores y con todas las personas con quienes me relaciono. "Haced el bien a vosotros mismos haciendo el bien a los demás".