En el centro de discapacitados de la Orden de Kainbach (Austria) cada dos años ponen en escena una representación sagrada de la Pasión de Cristo. En esta representación, los huéspedes discapacitados del centro, a menudo afectados en lo más intimo por el sufrimiento y por la pasión, reconstruyen la vida y muerte del Señor, junto a colaboradores del centro y amigos de la casa.

A los espectadores les conmueve mucho este proyecto colectivo que transmite una profunda hospitalidad. Los preparativos duran de costumbre más de cuatro meses. Durante ese tiempo, como responsable de la pastoral, tengo la alegría de acompañar a la compañía teatral que pone en escena la representación. En especial, me ocupo de los textos y de la música. En una de las  escenas, los discípulos de Cristo cuentan su propia vocación. Preguntan a Jesús: “Maestro, ¿donde vives?” Él contesta: “¡Venid y veréis!” Esta invitación vale también para los espectadores de la representación. Venid y veréis: como nos relacionamos los unos con los otros; venid y veréis: lo que somos capaces de hacer juntos; venid y veréis: lo que tenemos que contar. La Hospitalidad vivida en el signo del Evangelio, es más que una mera acogida, es siempre testimonio de Aquel que nos acoge en este mundo: Dios.

La representación de la Pasión de Cristo termina siempre con un ágape, es decir un banquete comunitario, donde todos juntos celebramos la hospitalidad. Una canción dice: Donde hay caridad y amor, ahí está Dios. Puedo decir que estas palabras se convierten en vida durante las tardes en las que se pone en escena la representación.