Mi primer contacto con la Orden fue en la Escuela Apostólica de Zaragoza. Ello me permitió  conocerla más de cerca. A los 17 años ingresé en el Noviciado.

Desde muy joven me sentí atraído por la misión de los Hermanos, es decir por la dedicación a los enfermos y necesitados. Eso despertó mi vocación religiosa que poco a poco fue madurando y creciendo hasta identificar la llamada al seguimiento de Cristo como Hermano de San Juan de Dios. Diferentes Hermanos y otras personas me ayudaron mucho en este proceso, con sus palabras, con sus ejemplos y testimonios.  

El acercamiento a la figura de San Juan de Dios, fue muy importante. Desde el principio me cautivó su persona y su experiencia. Hoy lo sigue haciendo y sigo descubriendo nuevas cosas. Un hombre de Dios que me cautivó y animó siempre a seguir a Cristo como lo hizo él.

Con 19 años hice mi primera profesión religiosa y con 27 fui ordenado sacerdote a título de hospitalidad. Desde entonces mi vida ha sido dedicada por entero a la hospitalidad en diferentes servicios: la formación, la pastoral y durante bastantes años la animación y gobierno de mi Provincia y ahora de la Orden.

Los años que he podido estár directamente al servicio de los enfermos en tareas asistenciales y pastorales han sido especialmente felices, todo y que siempre he vivido con gozo y entusiasmo la vocación religiosa como Hermano y la pertenencia a esta gran Familia de Hospitalidad que en todo el mundo cuida de los más frágiles, como los buenos samaritanos de hoy.