Christian Clave
365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD |
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Hermano |
Francia |
Christian Clave |
« la Hospitalidad-Eucaristía, un sacramento para hoy »
En el frontispicio de la capilla de la obra hospitalaria de la fundación San Juan de Dios de la calle Javel de Paris, hay una escultura de piedra imponente de un pelícano que alimenta a sus crías. Me gusta ser recibido por esta escultura cuando entro en la capilla por la puerta grande, me habla de la Eucaristía y de la Hospitalidad. De todos es sabido que el pelícano alimenta a sus crías con la comida que saca con su pico de la bolsa membranosa situada en su mandíbula inferior. Se dice incluso que, de ser necesario, alimenta a sus pequeños con su propia carne. Por ello, la tradición cristiana, a partir de la edad media, ha empezado a usar el pelícano como símbolo eucarístico. San Agustín escribe al respecto que esta ave presenta similitudes con la carne de Cristo cuya sangre vivifica a los creyentes. El Cristo presente en la Eucaristía es llamado “piadoso pelícano” « pie pellicano », en el himno « Adoro te devote », atribuido a Santo Tomás de Aquino, del que conocemos bien una parte, el « Tantum ergo ». Este pelícano está representado con cinco crías. Tras haber dado a luz, las acoge, las protege, las cuida y las alimenta. Me hace pensar que la hospitalidad es una experiencia existencial; conlleva la reciprocidad en gratuidad. La palabra « huésped » tiene doble sentido; designa a la vez al amo de casa y al invitado. En la Eucaristía Jesús nos dice: “Esto es mi cuerpo”, esto es toda mi persona, presente fundamentalmente en mi cuerpo. De las palabras siguientes aprendemos lo propio de esta persona: « que será entregado por vosotros». Esta persona es “ser por los otros” . Es en lo más profundo de su ser un ser que se comparte. Por consiguiente lo que se nos da no es un trozo de un cuerpo, no es una cosa, sino Cristo mismo que se comunica con nosotros en su amor que ha atravesado la cruz. Cristo « pie pellicano » se entrega a nosotros para alimentarnos, para hacernos vivir de su vida. Se invita en nosotros y nos invita en él …. En la hospitalidad, en la Eucaristía no hay ni huésped ni invitado…. Juntos nos convertimos en “seres por los demás”. Este pelícano me recuerda simbólicamente el ideal y yo soy quien debe vivirlo y atestiguarlo, con la gracia de Dios.