Soy un Hermano de la Delegación Provincial de Papúa Nueva Guinea. Como joven de Papúa Nueva Guinea, mi vocación por la Hospitalidad fue confirmada al ver cómo respondían los Hermanos a las necesidades de los miembros de la sociedad más abandonados. Un buen ejemplo de ello, en mi opinión, es el ministerio de Wewak, en el que participo todos los domingos. Wewak es una gran ciudad de la costa nororiental de Papúa Nueva Guinea donde hay una gran prisión. Dos Hermanos de la Orden vamos a la prisión todos los domingos para ofrecer atención pastoral a los presos. Es muy poco frecuente que consigamos a un sacerdote para que celebre la Eucaristía, de forma que realizamos sesiones de oración para los presos. Me entristece ver a los jóvenes presos entrar en la capilla acompañados por un guardia. La vida en el cautiverio les ha sustraído buena parte de su humanidad. La capilla es sólo un cobertizo abierto con un techo de hojalata, sin paredes. Contiene un altar y un atril. Decoramos la capilla con flores y tenemos guitarras para acompañar los cantos. También tenemos un gran estandarte sobre el que figura la imagen de San Maximilian Kolbe, santo patrono de nuestro ministerio. A los presos les gusta su historia. A veces les contamos que también nuestro fundador pasó una parte de su vida encarcelado en Granada y que, sin embargo, esto no le impidió ayudar a los demás presos, enfermos o necesitados.