Kathleen Elslander

 

365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD

Colaboradora

Italia

Kathleen Elslander

 

Cuando empecé a trabajar con los Hermanos en el Capítulo General Extraordinario de 1979, desconocía completamente a San Juan de Dios. Y desde entonces sigo sorprendiéndome  ante las numerosas facetas de esta personalidad tan fuera de lo común.

Llevo ya 35 años traduciendo encuentros y textos sobre la vida, la misión y la espiritualidad de este hombre extraordinario. Esta labor ha marcado toda mi vida y continúa marcándola. Gracias al testimonio de los Hermanos, he vuelto al seno de la Santa Madre Iglesia  como se decía antiguamente, y es una gracia de la que les estaré eternamente agradecida. Lo que más me conmueve de San Juan de Dios es su inmensa bondad, tan sencilla y a la vez tan eficaz.

Dos frases de él me acompañan siempre en mis vivencias; la primera me suele guiar en mi vida profesional cuando tengo que negociar las remuneraciones y las condiciones laborales de los interpretes y traductores, algo que no suele ser fácil. Se trata del consejo que le da Juan De Dios a Gutierre Lasso al pedirle que venda un terreno velando por que nadie pierda, ni el comprador ni los pobres a quienes va destinado ese dinero.

La segunda frase se encuentra en la biografía de Castro y hace referencia a la estancia de Juan de Dios en Valladolid donde fue para pedir limosnas para sus pobres pero al ver a tantos pobres desamparados en esa ciudad, conmovido no dudaba en repartir todo lo que recibía. A quienes le aconsejaban que guardara ese dinero para su hospital de Granada él contestaba : « Hermano, darlo aquí o darlo en Granada todo es hacer bien por Dios que está en todo lugar » Cuando alguien me pide alguna ayuda, esta frase siempre  resuena en mi corazón y en mi cabeza. 

 

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