Soy el Hermano Joseph Smith. Soy el Delegado General de la Región de Asia Pacífico y América del Norte. Como Delegado General, hace poco visité un centro de salud rural de la Orden en la remota aldea de Walamu, Papúa Nueva Guinea. Ver el trabajo que realizan ahí nuestros Hermanos profundizó aún más mi convicción por la vocación a la Hospitalidad según el estilo de San Juan de Dios. En Walamu los jóvenes Hermanos de Papúa Nueva Guinea viven una existencia sumamente sencilla, al servicio de la población de la aldea. Atienden las necesidades de salud de 400 estudiantes y profesores de una escuela en el monte y de cientos de personas que viven en las aldeas de los alrededores. Estas poblaciones están muy aisladas de las estructuras de salud y no es fácil alcanzar incluso las más cercanas. Es realmente una fuente de inspiración ver los cuidados que los Hermanos prestan con fidelidad y respeto a los niños y adultos que acuden a su clínica rural. He estado en muchas capillas e iglesias preciosas y bien amuebladas de la Orden, pero lo que recuerdo mejor y con más agrado es el encuentro vespertino celebrado en esta pequeña comunidad Hospitalaria para orar la noche en que llegamos. Rezamos las vísperas en una pequeña capilla fabricada con materiales del campo: no tiene ventanas y el piso es de tierra. Había una pequeña vela y varias personas mantenían antorchas eléctricas en sus manos para poder leer las oraciones. Cuando hablamos de la Hospitalidad juandediana en el mundo de hoy, siempre pienso en el trabajo que realizan los Hermanos en Papúa Nueva Guinea con los pobres de Walamu