Pascua 2024
Carta Circular del Superior General
¡Ha resucitado, hay Esperanza!
A todos los Hermanos y Colaboradores, miembros de la
Familia Hospitalaria de San Juan de Dios
Después de la
travesía cuaresmal estamos llegando a la Pascua, y con
este motivo quiero enviar a toda la Familia de San Juan de Dios y a todos los
familiares y personas asistidas en los Centros y Servicios de la Orden mi
felicitación pascual, con el deseo de que el Señor Resucitado haga renacer en
nosotros y en el mundo la alegría y la esperanza. ¡Feliz Pascua de Resurrección!
Este mensaje de esperanza fue el que les propuse
también en la última Navidad, con motivo del nacimiento del Hijo de Dios en
Belén. Era un momento difícil por las guerras que no solo no terminaban, sino
que aumentaban y por todas las situaciones de sufrimiento de los seres humanos.
En ese Niño recién nacido, no obstante todo, estaba la semilla de la vida y por
tanto la esperanza.
La vida del Hijo de Dios ha ido transcurriendo desde
su nacimiento, proclamando con palabras y gestos concretos la nueva vida
que nos ofrece, pero no todos lo han aceptado, ni reconocido y menos lo
han seguido. También en nuestro tiempo es así. De hecho, termina fracasando
ante los ojos de los hombres de tal manera que acaba muerto en la cruz y por
tanto, todo lo que decíamos y esperábamos en su nacimiento, parece que ha
quedado frustrado, aunque la situación de sufrimiento continua en el mundo.
Ahora sí, parece que no hay solución. ¡Todo acaba con la cruz!
Pero no es así. Como dice San Pablo “la esperanza
no defrauda” (Cfr. Romanos 5,5) y así lo confirma el ángel del Señor a
María Magdalena y a la otra María, que muy de mañana iban llenas de tristeza a
llorar junto al sepulcro de Cristo: “No está aquí. Ha resucitado…venid a ver
el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos… en Galilea lo
veréis”. (Cfr. Mateo 28, 1ss).
El Niño Dios que nació en Belén y que murió en la
cruz, ha resucitado y mantiene viva la esperanza para toda la humanidad. Es la
noticia que nos ha de llenar de alegría y nos ha de ayudar a superar el
pesimismo en el que vive nuestra humanidad extraviada, porque el Señor mantiene
la promesa: su esperanza y su palabra es fiel y definitiva (Cfr. Hebreos,
10,23), por encima de los desafíos y los dolores que hoy sigue padeciendo el
mundo. El Niño Dios, el Resucitado, es el fundamento y la garantía de nuestra
esperanza. ¡FELICIDADES!.
Como todos saben, estamos en año capitular y toda
nuestra Familia de San Juan de Dios se está preparando para este evento que
tendrá lugar en Częstochowa (Polonia) del 15 de octubre al 8 de
noviembre de este año. Es un acontecimiento muy importante para nuestra querida
Orden, en el que somos llamados a escuchar la realidad del mundo, de las
personas que sufren, de quienes formamos esta Familia y sobre todo la voz del Espíritu
de Dios, para descubrir lo que hoy el Señor nos pide, en fidelidad al carisma y
a la misión que inició nuestro Fundador, San Juan de Dios y sobre todo en
fidelidad al Resucitado, que nos envía a ser testigos de que la promesa del
Señor sigue viva.
Entre nosotros también se viven a veces situaciones
de pesimismo, de pérdida e incluso algunos piensan que quizás el final está
cerca. Se denota en ocasiones, pocas ganas de levantarse, de continuar
empujando y sosteniendo el proyecto de la Orden, la vida consagrada a la
hospitalidad… parecería que hay poco futuro y sobre todo poca esperanza. Son
actitudes que están presentes en toda la vida consagrada y en la Iglesia,
también en la sociedad en general.
La alegría del Resucitado es un despertador para
toda nuestra Familia de San Juan de Dios que nos llena de esperanza. Hay
cansancio, sí, hay dificultades, también, pero hay vida, la que cada día
recibimos del Resucitado, que nos invita a renovar las fuerzas y a llenarnos de
su luz. El Capítulo General hemos de acogerlo y vivirlo como el comienzo de
algo nuevo para la Orden, para la Iglesia y para el mundo. Si escuchamos a
todos y especialmente al Espíritu de Dios, encontraremos nuevas respuestas a
los nuevos desafíos que hoy tenemos, aunque ello implique la necesidad de
purificarnos, de dejar lo que nos pesa y abrazar con valentía la novedad.
Podremos dar a luz el sueño que inició hace casi cinco siglos San Juan de Dios.
La hospitalidad en un mundo cambiante es el lema del LXX Capítulo General. Todos en la
Orden somos llamados a impulsar y promover la hospitalidad como expresión clara
de la resurrección del Señor, haciéndonos prójimos de los enfermos y de las
personas más vulnerables con las que nos encontramos, para llenar de esperanza
a las personas, al mundo y a todos los miembros de nuestra Familia
Hospitalaria. El Niño Dios, el Cristo Resucitado es nuestro fundamento y
nuestra garantía que nunca nos defrauda.
Pido al Señor de la Vida, al Cristo Resucitado, que
el Capítulo General sea ocasión para renovar la fuerza carismática de la Orden,
con la alegría y la donación sin límites de Jesús, el Buen Samaritano y de San
Juan de Dios, nuestro Fundador. Os invito a todos a orar y a prepararnos
convenientemente para que el Capítulo reavive el espíritu y la vida de la
Orden.
De parte del Gobierno General y de toda
la Familia de la Curia General: ¡FELIZ PASCUA DE
RESURRECCIÓN!.
Hno. Jesús Etayo