Navidad 2023
Carta Circular del Superior General
“¡Hay esperanza! “El Señor sostiene el universo” (Hebreos, 1,3)
A Todos los Miembros de la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios
Mis queridos Hermanos, Colaboradores, Voluntarios, amigos y personas asistidas en los Centros de la Orden:
Con más fuerza que nunca os envío mi felicitación de Navidad con mis mejores deseos de salud y de paz para todos, este año con una fuerte llamada a la Esperanza, que se fundamenta en la decisión de Dios de hacerse hombre para dar vida a todos, empezando por los más débiles y vulnerables. Por eso ¡Felicidades a todos!.
La Palabra de Dios de la solemnidad de la Natividad del Señor es muy rica. Subrayo una expresión de la carta a los Hebreos que se lee en la Misa del Domingo de Navidad: “Ahora Dios… nos ha hablado por el Hijo…Él sostiene el universo con su palabra poderosa” (Hb 1,1.3). Esta es una palabra que nos llena de esperanza en medio del mundo que vivimos en la actualidad, probablemente es la única esperanza, desde luego la más creíble y la más segura.
El grito de la Navidad este año especialmente para el mundo es que ¡HAY ESPERANZA!, a pesar de lo que vemos y vivimos. No es el momento de insistir y volver a relatar los sufrimientos y los crecientes conflictos y guerras que nos asedian y producen tanto dolor y tantas víctimas. Son fruto casi siempre del egoísmo humano, de la ambición injusta de poder y de riqueza. Es el autonombramiento por parte de algunos como “señores de los demás” y también de los recursos de la tierra. Es el desprecio de los demás para conseguir sus fines espurios e injustos, sobre todo cuando se buscan por la fuerza… ¡Tantas víctimas y tanto dolor!. En los últimos años y en estos últimos meses lo estamos viendo en constante crecimiento. No aprendemos del pasado, aunque sepamos las lecciones que la historia nos da, seguimos repitiéndola en la era digital, de la innovación y del conocimiento que supuestamente nunca habíamos conocido. En este ambiente es difícil hablar de esperanza y ciertamente lo es para quien se ve envuelto más directamente en todo ello.
Sin embargo, la hay. Decir Navidad, es decir esperanza. No se trata de pactos firmados entre los hombres, que fácilmente se rompen por nuestras ambiciones. Se trata del gran pacto que Dios ha decidido realizar. Es el pacto más ventajoso, porque es Él quien se compromete a que pase lo pase, suceda lo que suceda, sostendrá el universo y a los seres humanos dentro de él. Lo hace encarnándose, haciéndose hombre en un Niño, Jesús, y naciendo en un pesebre, manifestando así su decisión de hacerse pobre con los pobres, quienes son sus predilectos.
Son todo gestos y figuras muy sencillas y frágiles frente a los poderes y las ambiciones destructoras, como las que se encontró Jesús en su tiempo. Pero es la Palabra y es el compromiso más sólido y poderoso, que jamás se romperá, no terminará nunca y será permanente hasta que triunfe el amor, el perdón y la reconciliación, la justicia y la libertad verdadera.
Con el nacimiento del Niño en Belén, nos llega la única y verdadera esperanza para el mundo y para todos sus habitantes. Por eso la Navidad es tiempo de celebrar, es tiempo de alegría y de fiesta, incluso a pesar de lo que vivimos en el mundo. Lo es para todos, también para los enfermos y los que están solos. La venida de Jesús es para todos un canto de esperanza. Nadie queda olvidado.
Es cierto también que en el mundo de hoy hace más ruido lo que destruye, pero también hemos de reconocer muchísimos gestos, signos y acciones que nos informan ya de la llegada de esta esperanza, que nos adelantan o nos recuerdan la permanencia de la Navidad, más allá de un tiempo que a veces quiere ser robado por los nuevos mercaderes de los nuevos templos del negocio y del engaño: los gestos de perdón y de verdadero amor de una madre y un padre con sus hijos, la decisión de muchos jóvenes para ir a lugares recónditos para acompañar a personas en situaciones de pobreza, muchas personas que calladamente ayudan a otros con pequeños gestos o a veces con grandes gestos. Tantos misioneros, religiosos, sacerdotes y laicos que trabajan como hormiguitas por la paz, la educación, la salud y el cuidado de personas necesitadas y pobres…
Lo mismo podemos decir de los muchos gestos de hospitalidad que los Hermanos, los Colaboradores y los Voluntarios de la Orden realizan cada día en cualquier parte del mundo, atendiendo, curando, acompañando y entregando lo mejor de sí mismos. ¡Cuántos ejemplos podríamos poner!. Recuerdo de nuevo nuestras Casas en lugares cercano o en medio de los conflictos, poniendo incluso en peligro su vida. Allí y en todos los gestos que realizan y renuevan el amor de Dios, allí es siempre Navidad y allí, desde la sencillez, se grita con firmeza, que a pesar de todo ¡HAY ESPERANZA PARA NUESTRO MUNDO!.
¡En mi nombre y en el de todos los Hermanos y Colaboradores de la Curia General, deseo para toda La Familia de San Juan de Dios y para todas las personas asistidas en nuestros Centros y sus familias: ¡Feliz Navidad y próspero año nuevo 2024! Será un año en el que celebraremos el Capítulo General, por lo que les pido a todos, que desde el inicio del nuevo año tengan presente esta intención en sus oraciones.
Para todos los Hermanos y Colaboradores que estos días estarán al servicio de las personas asistidas en nuestros Centros, especialmente el Día de Navidad, mi más sincero agradecimiento y reconocimiento. En esos días seréis el rostro visible de la hospitalidad de San Juan de Dios y de la Esperanza firme y segura que trae el nacimiento del Hijo de Dios a nuestro mundo.
Hno. Jesús Etayo
Superior General