Siervo de Dios Bonifacio Bonillo Fernández
apertura del Proceso diocesano de beatificación y canonización
Queridísimos hermanos y miembros todos de la Familia Hospitalaria de
San Juan de Dios:
Al concluir el Año Jubilar de la aprobación de nuestra Fraternidad
hospitalaria con la Bula Licet ex debito, tengo la gran alegría de
anunciaros la próxima apertura del Proceso diocesano de beatificación y
canonización del Siervo de Dios Bonifacio Bonillo Fernández, hermano de nuestra
Orden Hospitalaria, perteneciente a la Provincia de España.
La fecha de apertura de la Causa se ha fijado para el domingo 18 de
diciembre de 2022, IV domingo de Adviento, a las 18:00 h. con la ceremonia de
toma de posesión del Tribunal eclesiástico. El acto tendrá lugar durante la
celebración de las Vísperas presididas por el Excmo. y Rvdmo. Mons. Demetrio
Fernández González, Obispo de Córdoba y se celebrará en la iglesia de nuestro
Hospital San Juan de Dios en Córdoba, donde descansan los restos mortales del
Siervo de Dios, el Hno. Bonifacio.
El Hno. Bonifacio nació en Cañaveruelas (Cuenca), el 14 de mayo de
1899, de Manuel e Higinia, gente sencilla y profundamente cristiana.
Fue bautizado el 17 del mismo mes y año, en la iglesia parroquial de
Nuestra Señora de la Paz, y en 1908 recibió por primera vez el sacramento de la
Eucaristía, centro de su vida espiritual y de su vocación hospitalaria.
En 1923 dejó su ciudad natal y comenzó a trabajar en el Centro de la
Inmaculada, administrado por los hermanos de San Juan de Dios, en Barcelona;
desde ahí, Dios lo fue dirigiendo hacia el camino del servicio a los pobres y
los enfermos.
Al año siguiente, el 12 de agosto, entra como postulante en la Orden
Hospitalaria de San Juan de Dios en el Sanatorio psiquiátrico San José, en
Ciempozuelos (Madrid).
El 7 de diciembre de 1924, vigilia de la Inmaculada, entre en el
noviciado del Centro San José de Carabanchel Alto (Madrid). Al final del
noviciado, el 3 de junio de 1926, hace sus votos temporales, consagrándose como
hermano hospitalario de San Juan de Dios. El 20 de diciembre de 1926 fue
asignado a la Comunidad de Santurce, en Bilbao, donde se le confió el cometido
de recoger limosna, un servicio que desempeñó hasta el día de su muerte en
Córdoba. El 3 de junio de 1929 se consagró definitivamente con la profesión
solemne en la iglesia de San José di Carabanchell Alto. A petición de sus
superiores, desempeñó su misión en varias comunidades: San Rafael (Madrid),
Carabanchel Alto y Granada. El 5 de mayo
de 1935 fue asignado a la Clínica San Rafael de Córdoba (hoy hospital de San
Juan de Dios), donde permaneció durante 43 años, recorriendo toda la ciudad y
la Provincia para pedir limosna para los niños hospedados en la casa.
Siempre tuvo una gran devoción por la Santísima Virgen María, faro y
guía de su apostolado hospitalario. El 10 de diciembre de 1972, el gobierno
español, reconociendo su gran misión de caridad, le confirió una importante
condecoración: la Gran Cruz del Mérito.
Después de haber dedicado su vida a los niños pobres y enfermos, murió
en Córdoba el 11 de septiembre de 1978 con fama de santidad. En 1999, con ocasión del centenario de su
nacimiento, sus restos mortales se trasladaron a la capilla del Hospital San
Juan de Dios de Córdoba, donde numerosos fieles y enfermos recurren a su
intercesión para obtener favores y gracias.
En esta primera fase del proceso de Canonización los miembros del
Tribunal diocesano escucharán el testimonio de los testigos, a quienes se
pedirá que relaten hechos concretos sobre el ejercicio heroico de las virtudes
cristianas por parte del Siervo de Dios. Al término de la fase diocesana, si el
conjunto de los testimonios y datos recogidos se considera adecuado, las actas
y la documentación se transmitirán al Dicasterio para las Causas de los Santos
para dar inicio a la fase romana.
Agradecemos al Señor el don del Hno. Bonifacio a nuestra Familia
religiosa, que supo hacer de su vida un himno a la hospitalidad en el servicio
práctico y humilde al lado de los pobres y los enfermos.
Encomendamos al Señor este camino de verificación, que esperamos que
concluya positivamente, con el reconocimiento por parte de la Iglesia de las
virtudes heroicas ejercidas por el Siervo de Dios.
Os envío mis más cordiales saludos a todos, unidos en el Señor, a la
vez que encomiendo a San Juan de Dios y al Siervo de Dios Hno. Bonifacio
nuestro camino diario de hospitalidad en favor de los más necesitados, los
pobres y los enfermos.
Hno. Jesús
Etayo, O.H.