Hno. Fernando Tosto
Hno. Fernando Tosto
(nombre de pila: Miguel)
Profeso simple
Nació en Castelvenere (Benevento) el 22.3.1925.
Murió en Roma, Hospital san Juan Calibita el 5.4.1945.
Segundo de 7 hijos nacidos en una familia humilde y trabajadora de jornaleros. De carácter jovial, sosegado y bueno. Miguel de niño fue pastor (guardián de ovejas); en la adolescencia pasó al trabajo manual en el campo para ayudar a su numerosa familia, no acomodada pero rica en cuanto a valores y cualidades humanas, que forjaron el carácter del joven. Supo unir al trabajo la oración que fue predominante en sus jornadas, luz para discernir su vocación. El encuentro con un Padre pasionista hizo que tomara la decisión de entrar en el Noviciado de esa Congregación en Pontecorvo (Frosinone).
Por motivos de salud, tras un año y medio aproximadamente de estancia con los Pasionistas se vio obligado a volver a su hogar familiar. Se repuso al final del verano de 1942, pidió entrar en la Orden Hospitalaria de san Juan de Dios presente en Benevento en el “Hospital Sagrado Corazón de Jesús”. Lo acogieron en la Isla Tiberina, en Roma, sede de la Provincia Romana, y del Noviciado en el que fue admitido con el nombre de Fernando. A partir de ese momento emprendió su camino de seguir a Cristo más de cerca y, a pesar de su salud bastante frágil, trabajaba a destajo e incansablemente en las salas realizando los servicios más humildes y cuidando de los enfermos, reconfortándolos y rezando con ellos y por ellos.
Son muchos los testimonios orales que algunos hermanos y compañeros del Noviciado dejaron de este joven hermano y de su fe en Dios y en la Virgen, sobre todo en el momento de su enfermedad.
El Padre Gabriel Russotto, su maestro del Noviciado, da este testimonio: “He conocido personalmente al Hno. Fernando Tosto y he tenido trato con él durante todo el tiempo en el que estuvo viviendo con nosotros en la Isla Tiberina. Conservo de él un recuerdo de un religioso muy pio: muy modesto con su mirada y con su comportamiento, humilde y recogido en santos pensamientos, amante de la oración y paciente en los sufrimientos de su larga enfermedad, que lo llevó a la muerte (…). Creo que le administré yo la extrema unción y encomendé su alma a Dios. En los últimos tiempos, presintiendo su muerte, me decía con edificante candidez: “Padre, cuando esté a punto de morir, recuérdeme a la Virgen como nuestra Madre” Era muy devoto de la Virgen Santísima”.
A este testimonio se añade el de su director espiritual y confesor, el Padre Doménico Mondrone S.J., el cual escribió sobre él: “Tuvo claro, y cada vez con más seguridad el presentimiento de que el cielo se acercaba – con tan sólo 20 años, el Señor lo consideró maduro para sí mismo – Lo acogió para trasplantarlo entre los Hermanos que lo precedieron en la gloria – Claro y elocuente ejemplo de desapego de todas las cosas y de de generosa entrega de sí mismo hasta la muerte”.
En el obituario de la Provincia Romana se lee esta breve nota sobre él: “Se debería presentar a nuestros jóvenes religiosos, como modelo de perfecta observancia, espíritu de oración, humildad, paciencia, especialmente en la penosa enfermedad. Expiró en el beso del Señor rodeado de sus Superiores y de sus compañeros de Noviciado”.