El Fundador, San Juan de Dios

Juan Ciudad nació en Montemor-o-novo (Evora), Portugal, en 1495. A los 8 años, con un clérigo que pernoctó en su casa, se vino a España y se situó en Oropesa (Toledo) al servicio de la familia de Francisco Mayoral.

 

Allí pasó gran parte de su vida. La Mayoral era una familia dedicada al ganado. Casi 20 años estuvo dedicado al pastoreo. Era apreciado por todos. Fue un tiempo en el que pensamos fue madurando en el verdadero sentido de la vida, pasando por las vicisitudes propias de la adolescencia, juventud y madurez.

 

En dos ocasiones salió de Oropesa y ambas para participar como soldado en la guerra. La primera para ir a la frontera con Francia, en Fuenterrabía. No le fue muy bien. Volvió a Oropesa fracasado. En la segunda ocasión fue a Viena, Austria, para luchar contra los turcos. Ya no volvería más a Oropesa.

 

Viniendo de Viena entró por nave en España por Galicia y fue a su pueblo natal donde no encontró casi a ningún conocido. Tuvo una gran llamada a seguir a Jesucristo entregándose a los pobres y enfermos. Saliendo de Montemor-o Novo, hizo como un deambular en búsqueda de lo que el Señor esperaba de él: Sevilla, Ceuta, Gibraltar y finalmente Granada, donde se estableció como librero. Vendía libros de caballerías y también religiosos.

 

En el año 1539 escuchando a San Juan de Avila en el eremitorio de los Mártires su ser se transformó, tuvo una gran crisis de fe, salió del eremitorio gritando y revolcándose por el suelo, destruyó su librería, continuó con este comportamiento varios días hasta el punto que tomado por loco le encerraron en el hospital real de Granada de donde saló al cabo de unos meses totalmente sereno, armonizado y dispuesto a seguir al Señor entregándose a los demás.

 

Se puso bajo la guía de San Juan de Avila, peregrinó al Santuario de la Virgen de Guadalupe, pasó a su regreso por Baeza donde estuvo con Su Maestro un periodo y ya vuelto a Granada empezó su obra de ayuda a los pobres enfermos y necesitados.

 

Empezó de la nada. La ciudad pensaba que era una nueva locura. Pero poco a poco llegó a comprender su verdadera cordura. Trabajaba, pedía, recogía a los pobres, se entrega a ellos primero solo pero poco a poco se le fueron uniendo otras personas voluntarios y bienhechores. Su forma de pedir era muy original “Hermanos haceos bien a vosotros mismos”.

 

Llegó a fundar su primer hospital, la casa de Dios, en el tenían cabida todos. Se le unieron unos cuantos compañeros y organizó la asistencia según consideraba que merecían sus pobres. El Arzobispo de Granada le cambió el nombre por el de Juan de Dios. Trabajó mucho en favor de las prostitutas tratando de reconstruir su ser y ayudándolas a integrarse en la sociedad.

 

Murió el año 1550 con gran fama de santidad.


Juan de Dios fue beatificado el 21 de septiembre de 1630 por Urbano VIII y canonizado el 16 de octubre de 1690 por Alejandro VIII.

 

En el año 1886 León XIII lo proclamó Patrono de los hospitales y de los enfermos, y en 1930 Pío XI lo proclamó Patrono de los enfermeros y sus asociaciones.

 

 

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