1° de mayo, día de San Ricardo Pampuri
Clausura del Año Jubilar convocado a los treinta años de la Canonización
San Ricardo recordaba a menudo: “Haced todo, incluso las cosas mínimas, con gran amor”. El estilo de los santos es precisamente ése: hacer todo con gran amor, incluso las cosas pequeñas. En estos tiempos marcados por la pandemia del coronavirus y más que nunca, éstas palabras resuenan como algo aún más importante y significativo. Este tiempo de retiro y de reflexión nos impulsa hacia lo esencial, hacia lo que es realmente importante y destinado a permanecer para siempre: el amor. La vida de nuestro Santo Hermano, del cual finalizamos el Año Jubilar convocado por el Obispo de Pavía, siempre estuvo marcada por este anhelo: un deseo profundo de vivir y donar amor.
El Hno. Ricardo fue una persona llena de cualidades humanas, intelectuales y espirituales, que supo desarrollar y poner al servicio de los demás. Esa atención particular por los últimos nacía de la excepcional sensibilidad y de la profunda humanidad que poseía en su corazón; actitudes que formaban parte de su cotidianidad y que a menudo hacían que algunas personas lo consideraran un ingenuo y un inocente. Pero sólo los necios y simples podían opinar eso. El Santo en cambio es precisamente el que vive las enseñanzas de Cristo con pasión, dedicación y amor total, el Cristo que pasó sanando y bendiciendo a todos los hombres. “En apenas treinta y tres años, como los del Cristo que él amó por encima de todo, la vida de san Ricardo Pampuri fue todo un don, a Dios y a los hermanos”.
Nuestra familia Hospitalaria se ha sumado con alegría a este extraordinario evento promovido por la Diócesis de Pavía, que ha conocido un gran movimiento espiritual de jóvenes, familias, profesionales, ancianos y enfermos que han visitado la urna del Santo confiándole sus numerosos sufrimientos físicos y morales y sus dificultades. En ocasión de los treinta años de la canonización, el Obispo de Pavía, Mons. Corrado Sanguineti ha querido presentar nuevamente a su Diócesis, la gran y humilde figura del Hno. Ricardo Pampuri: un joven cristiano ejemplar, un médico que fue un modelo de caridad y un perfecto santo religioso hospitalario.
Erminio Filippo Pampuri, pasó a ser el Hno. Ricardo con la Profesión religiosa, fue médico de los cuerpos y de las almas. Su vida, plenamente orientada en la imitación de Jesús Buen Samaritano, hizo que llevara a cabo su labor en el servicio sanitario durante la primera guerra mundial, de 1915 a 1920. Se licenció cum laude en medicina y cirugía en la Universidad de Pavía en 1921, y empezó inmediatamente a ejercer su profesión, en particular en Morimondo, donde fue un médico de familia especialmente querido por la gente. Donar era uno de sus rasgos más marcados: sus visitas a los enfermos las realizaba por doquier y a cualquier hora y además Erminio les entregaba comida, fármacos, mantas, ropa y a menudo también dinero. Entró en la Orden en Milán el 22 de junio de 1927, tras el año de noviciado que realizó en Brescia, el 24 de octubre de 1928 hizo la primera profesión. Fue nombrado director de la Consulta dental del Hospital de la Orden de San Juan de Dios de Brescia, donde solían atender principalmente a pobres y a obreros. En ese lugar el Hno. Ricardo puso todo su empeño en aliviarles con su inagotable caridad a pesar de su salud precaria, mereciendo la estima y la veneración de toda la población de Brescia.
A lo largo de su vida religiosa el Hno. Ricardo fue, como siempre había sido, un modelo de perfección cristiana y de caridad, para todos: hermanos, médicos, enfermos y personal sanitario. Gozaba de gran consideración por su profesionalidad y por su competencia que se veían acompañadas de gran humildad y sencillez. Durante su breve vida terrenal, el Hno. Ricardo consiguió marcar un nuevo camino de santidad en el ejercicio concreto de la caridad. Demasiado pronto, tras agravarse una pleuritis que había contraído durante el servicio militar y que se transformó en pulmonía, el 18 de abril de 1930 lo llevaron de Brescia a Milán, donde falleció santamente el día 1 de mayo con tan solo 33 años.
Tras su muerte, la fama de santidad que tenía en vida se difundió por toda Italia, por Europa y por otros continentes. Muchos fieles consiguieron gracias de Dios, incluso milagrosas, por intercesión suya.
San Ricardo fue beatificado por San Juan Pablo II el 4 de octubre de 1981. A los pocos meses, se reconoció como milagrosa una sanación que había tenido lugar el 5 de enero de 1982 gracias a la intercesión del entonces Beato Ricardo Pampuri, el milagro fue aprobado: un joven español de dieciséis años se curó de forma inexplicable, Manuel Cifuentes Rodenas, herido de gravedad en el ojo izquierdo. El chico, que debía someterse a una operación muy delicada se curó en una noche, después de que su padre le pusiera entre las vendas una estampa del santo de Pavía. Con el reconocimiento de este otro milagro, fue Canonizado el 1 de noviembre de 1989 por San Juan Pablo II.
De la Postulación General
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