Me llamo Ida María y soy religiosa Sierva del Santísimo y de la caridad, me siento identificada con el carisma de hospitalidad que compartimos con los hermanos de San Juan de Dios, porque nos une un mismo sentir, ser hermanos del que sufre y está a nuestro lado.

Cada vez que entro en una habitación de un enfermo me digo a mí misma, recuerda que el lugar que pisas es tierra sagrada y aquí está el Señor, lo primero que les doy es una sonrisa y un cariñoso ¡Buenos días!.  Le miro a los ojos, me acerco y le  llamo por su nombre con respeto.  Me doy cuenta de que este lenguaje sencillo del amor hace que el temor, la angustia, la impotencia que les hace sufrir, pueda por un instante desaparecer.

Cada día experimento que el sentirse acogidos y escuchados es la mejor medicina.  Cuando me acerco al hermano que sufre ya no soy la misma, sino que mi corazón se ensancha y se va transformando.  Es cuando me doy cuenta de que mi vida tiene sentido en la entrega y el servicio con ellos, especialmente en el cuidado de los pequeños detalles.

Me siento feliz de poder llevar y acercar a los enfermos un poco de la caricia de Dios.  Soy una afortunada por el don de la fe y por haberme sentido llamada a formar parte de esta familia religiosa a la cual pertenezco y por poder compartir mi vida con las personas que Dios me pone en medio de mi camino.