Me llamo Vincent. Al comenzar mi vida como adulto, comencé a estudiar medicina, con la intención de establecer una casa llena de amor para ayudar a los pobres y cuidar de los enfermos. Me mantuve muy apegado a aquel sueño de un esfuerzo personal, hasta que un sacerdote franciscano me presentó la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Sentí una gran atracción por la espiritualidad de la Orden y es a raíz de esa espiritualidad que le ofrecí mi vida a Dios. La motivación que me lleva a querer practicar el carisma de la Hospitalidad es que me permite hacer real y activa la presencia de Jesús en las vidas de los pobres y necesitados cada vez que entro en contacto con ellos. Aunque no llevo mucho tiempo en la Orden, siento el dolor físico y mental de nuestros pacientes. Tengo la responsabilidad de dar una respuesta cristiana a su dolor y sufrimiento. El modelo que sigo en este sentido es Jesús, quien no sólo curaba a los enfermos sino que murió en la Cruz por nosotros. Al cuidar de los Hermanos mayores y a través del estudio de los documentos de la Orden y de la historia de nuestro fundador, San Juan de Dios, veo claramente cómo San Juan de Dios cargaba con los sufrimientos ajenos para ayudar al prójimo. Los hombres que me han antecedido en la Orden me inspiran a alimentar mi vocación hospitalaria, que me hace feliz al cuidar de las personas que son infelices.