Andreas Weinmüller

 

365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD

Colaborador

Austria

Andreas Weinmueller

 

Konrad tiene unos 65 años y no ha tenido mucha suerte en la vida. Igual también por su culpa. De joven estaba bastante bien. Un bienestar modesto en los años del boom económico. Luego llegaron los planes de racionalización industrial y Konrad se quedó sin empleo. Tras unas semanas encontró otro empleo, pero sólo por poco tiempo. Después siguió con empleos que tenían cada vez una duración más corta. Los periodos de paro se fueron alargando. 

Konrad no se rinde, pero cada vez más oye como le dicen: “¡demasiado viejo, sin cualificación, no gracias!” Konrad ya no logra pagar el alquiler, le dan prórrogas hasta que la administración le envía la última solicitud de pago y por último el desahucio así es como Konrad acaba siendo un sintecho. Konrad se hunde cada vez más. En verano duerme en los bancos del parque. Llega el otoñó  con las nieblas y el invierno con el frio helador. Antes Konrad se afeitaba diariamente, ahora su rostro  está enmarcado en una barba descuidada y su ropa siempre está sucia. Lo niños al pasar a su lado le señalan con el dedo y los adultos se apartan de él. Y luego está el frio que le hace sufrir. Le cuesta respirar, siente cada vez más a menudo, un dolor terrible en el pecho.

No tiene el valor de consultar a su antiguo médico de cabecera. La secretaria igual ni siquiera le dejaría pasar. Por la noche los dolores aumentan hasta convertirse en algo insoportable. Bañado de sudor, con fiebre, Konrad se arrastra con sus ultimas fuerzas hasta el Hospital San Juan de Dios, llama al timbre nocturno. El portero de noche le abre y llama inmediatamente a la enfermera de guardia de la “Armenambulanz”, el ambulatorio para los pobres del hospital San Juan de Dios de Viena.

Konrad se sienta en la sala de espera del ambulatorio. No es el único paciente: una hija espera con su padre que parece estar muy mal. Una jovencísima madre lleva en sus brazos a su hija con el rostro demacrado. Una mujer ha venido de lejos para saludar por ultima vez a sus nietos y se ha encontrado mal. Toda su familia la ha acompañado. En este ambulatorio se hablan muchas lenguas, se ven rostros cansados y preocupados: ¿El doctor querrá visitarlo y ayudarlo? ¿Sin dinero?

La enfermera no le pregunta por qué ha venido sólo ahora, recoge los datos del paciente de forma rápida y amable para identificar a los especialistas que realizarán las visitas. Van llamando y visitando a los pacientes. A nadie le preguntan si tiene seguro médico, visitan a todos.

Ahora le toca a Konrad. El diagnóstico es inmediato: hospitalización. Tras unos días ingresado, Konrad se encuentra mejor. “has llegado justo a tiempo”, le dice el médico. Lavado, afeitado, Konrad parece otro. El día que le dan el alta el jefe de servicio tiene una sorpresa para Konrad: un par de calcetines, pantalones nuevos y chaquetón de invierno muy caliente. El chaquetón le queda algo grande pero tiene muchos bolsillos y por eso a Konrad le gusta mucho.

Escrito por el director sanitario del Hospital San Juan de Dios de Viena. 

 

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