Roberto García Sáenz Del Burgo

 

365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD

Colaborador

España

ROBERTO

GARCÍA SÁENZ DEL BURGO

 

Hablar de hospitalidad tiene miga. Era ésta una palabra que alguna vez la había oído sobre todo en referencia a pasajes bíblicos. Esto no quiere decir que no la viviera, simplemente que lo llamaba de otra manera.

De san Juan de Dios apenas sabía su nombre de verlo escrito en el calendario en el día ocho del mes de marzo. Sin embargo fue al empezar a trabajar en el hospital de Santa Águeda y participar en algunos encuentros que realizaban los hermanos con trabajadores y personas voluntarias cuando me entró el gusanillo por saber más de la figura de Juan Ciudad. Descubrí que no era un santo difícil, no era una persona de vida asceta imposible de imitar. Más bien al contrario.

La hospitalidad entendida como actitud que te cambia la vida es una de las enseñanzas que sintetizo de él. Basta ver la reacción que tuvo tras acoger las palabras de Juan de Ávila aquel día de san Sebastián, me lleva a pensar, a menudo, ¿cómo acojo las palabras que me dirigen los que me rodean?

Vivir en su propia carne, qué mayor hospitalidad que la de acoger en el propio cuerpo las heridas de la incomprensión y de la cerrazón ante lo diferente, posibilitó que decidiera transformar su vida para acoger e implicarse con quienes más sufrían y más necesitaban en aquella Granada del siglo XVI. Aunque se rodeara de lo más “selecto” de la sociedad y fuera tenido por loco, a él no le importó. Esto es un acicate para mí, cuando los pacientes se acercan o acudo a ellos, descubrir en ellos a la persona que padece el estigma de la enfermedad mental, llamarla por su nombre y dejarme transformar e “incomodar”. Como cuando una mujer está embarazada que le cambia el cuerpo, el organismo, el ánimo….eso es la hospitalidad, dejarte cambiar en y por la acogida del otro. Y así ser profeta de la esperanza en un mundo más justo, más sano, más humano, más de Dios. 

 

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