Navidad 2018

Carta Circular del Superior General

 

“El Señor consuela a su pueblo” (Isaías 52,9)

 

A todos los Miembros de la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios

 

 

Mis queridos Hermanos, Colaboradores, Voluntarios y amigos:

 

Llega la Navidad y quiero enviaros mi felicitación y mis mejores deseos de salud y de paz para todos, en la celebración de la fiesta en la que Dios se hace hombre para iluminar la oscuridad de nuestro mundo, consolar a los más débiles y devolver la dignidad a todos los seres humanos. Es la mejor noticia. ¡Felicidades!.

 

Uno de los textos del profeta Isaías que se lee el día de Navidad dice romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén”. Es un canto de alegría y de esperanza para todo el pueblo de Israel, que desterrado, humillado y reducido a casi nada, siente que el Señor no lo abandona. Todo lo contrario, esta junto a él, lo consuela, lo acompaña y lo rescata. Desde esta experiencia del pueblo judío podemos explicar la Navidad, el misterio de la encarnación de Dios, que se hace hombre en el Niño que nace en el portal de Belén y es puesto sobre un pesebre como cuna. Sólo allí dio a luz María, su Madre, porque no encontró hospitalidad en ningún otro lugar. Su nacimiento, que llenó de alegría a sus padres, es la gran noticia también para nuestro mundo. El Señor nace en el Niño Dios y viene para consolar, acompañar, rescatar y dar vida a su pueblo, a toda la humanidad. ¡Acojámoslo con gozo!.   

 

¡El Señor consuela a su pueblo!. Es una bella manera de expresar el amor de Dios a todos los hombres y mujeres. Es una bonita forma de explicar la misión de Jesucristo, el Niño de Belén. Ciertamente no lo hace desde discursos y reflexiones solamente, sino con hechos y desde su propia experiencia personal. No nació en un palacio, ni tan siquiera en una casa que reuniese las mínimas condiciones. Nos cuenta el evangelista san Lucas, “que María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre”. Justamente como hoy siguen naciendo muchos niños en cualquier parte del mundo, muchos de ellos fuera incluso de su tierra, a causa de la pobreza, la miseria, la enfermedad, la guerra y los intereses de los poderosos de la tierra. Para todos, pero especialmente para ellos, para quienes siguen naciendo en estas condiciones y para quienes viven cualquier tipo de sufrimiento, son explotados, marginados y excluidos por cualquier causa, se hace hombre Dios en Jesucristo, para consolarles, con el reconocimiento de la dignidad y la defensa de sus derechos, vilmente pisoteados por el egoísmo de otras muchas personas, entre las que podemos estár cada uno de nosotros, si no ponemos atención. Para ellos el Niño nacido en Belén es su Consuelo, su Defensor, su Luz, su Vida.

 

Con alegría vemos como en nuestra Orden crecen cada día las Obras y Servicios Sociales dedicados a atender y consolar a las personas marginadas, sin hogar, refugiados, que viven en la marginación y en la exclusión. Todas ellas son expresión viva de la Navidad y manifiestan la humanidad de Dios a través de la hospitalidad. Recuerdo al Centro Olallo de Londres, que acaba de celebrar su décimo aniversario de fundación, al programa “Comida Solidaria Compartida” de los Centros de Venezuela y a los Centros para refugiados abiertos en España, Italia y otros países.

 

El Señor nace en la Navidad también para todas las personas que sufren cualquier enfermedad, viven en la soledad, son víctimas de las guerras y de los abusos de todo tipo. Jesucristo, fiel a su misión, siempre tenía tiempo para ellos. A muchos los curaba y a todos les escuchaba y les consolaba. Para todos ofrecía luz y esperanza. Por desgracia todas esas realidades y otras muchas siguen existiendo en nuestro mundo, y para todas las personas que sufren sigue llegando la luz y el consuelo que nos trae la Navidad. Esa es la misión que nuestra Orden hemos recibido: llevar a quienes sufren el consuelo y la esperanza, a través del don de la hospitalidad según el espíritu de San Juan de Dios. Muchas gracias a todos los miembros de la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios que cada día dedicáis lo mejor de vosotros mismos en el servicio y el consuelo de los enfermos, pobres y necesitados en todos los lugares del mundo donde está presente la Orden.     

 

¡Es Navidad!. Tiempo de luz y de consuelo que renovará el mundo. Para nuestra Orden este año también es la puerta que nos llevará a la celebración del LXIX Capítulo General, que tiene como título “Construyendo el futuro de la hospitalidad”. Será un momento precioso para renovar la vida de la Orden y para proyectar en el futuro la misión que el Señor y la Iglesia nos ha encomendado, la hospitalidad, para seguir dando consuelo y esperanza a los enfermos, pobres y necesitados de cualquier tiempo y lugar, para quienes nace el Niño de Belén en la Navidad. Pido a todos vuestras oraciones para que el Capítulo General sea un momento de discernimiento y escucha del Espíritu Santo que nos ayude a ser fieles al Señor y al espíritu de nuestro Fundador.  

 

Deseo para todos, Hermanos, Colaboradores, Voluntarios, Bienhechores y amigos de la Orden, enfermos y asistidos en nuestros Centros, unas felices fiestas de Navidad y un próspero año nuevo 2019. Igualmente para todas vuestras familias. Para todos los Hermanos y Colaboradores que estos días estaréis al servicio de las personas asistidas en nuestros Centros, especialmente el Día de Navidad, mi más sincero agradecimiento y reconocimiento, ya que en esos días seréis el rostro visible de la hospitalidad de San Juan de Dios y del consuelo que nos trae el nacimiento del Hijo de Dios.  

 

¡En mi nombre y en el de toda la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios de la Curia General,  Hermanos y Colaboradores, os deseo a todos una Feliz Navidad llena de paz  y de esperanza!

 

 

 

Hno. Jesús Etayo

Superior General

 

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