Cesar Augusto Arroyo Gutierrez

 

365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD

Hermano

Colombia

Cesar Augusto Arroyo Gutierrez

 

La vocación religiosa es un misterio de amor entre Dios que llama y un ser humano que le responde: “No me habéis elegido vosotros a Mí, sino que yo os he elegido a vosotros  para que vayáis y deis fruto” (Jn 15,16).

Considero que todo lo vivido en la Orden Hospitalaria es  gracia de Dios, Quién no solo actúa en mí, sino  también,  en el colaborador que se une a nuestra misión desde su profesión.

En los últimos años vengo  desarrollando mi pastoral trabajando con pacientes en estado terminal, en desequilibrio emocional y con alteraciones mentales. Considero que acompañar a estas personas más que una técnica o una virtud,  es un arte y un nuevo paradigma de relaciones humanas. Estoy convencido que el amor es la ética natural de esta actividad tan sagrada.

Resalto dos manifestaciones de este amor presente en la labor asistencial de hermanos y colaboradores, una palpable presencia de Juan de Dios y su querer cuidar a los enfermos con un estilo propio:

    La compasión como capacidad de ponerse en el lugar del otro y sentir con él, hace posible que el paciente perciba que no está solo en su dolor, sino que hay alguien que le ayuda a sobrellevarlo.

    La cercanía y el tocar al otro es devolverle la certeza de que pertenece a nuestra humanidad. A menudo, la enfermedad es una señal de que el paciente quiere comunicarse, hablar y ser escuchado. Quiere encontrar un sentido a la enfermedad. Por eso la necesidad de los gestos simbólicos cargados de afecto.

Recuperar la salud va acompañado de devolverle al paciente la confianza en la vida, en sus energías interiores, físicas, psíquicas y espirituales, pues ellas actúan como verdaderas medicinas.

Considero que el cuidado se revela mucho más como arte que como técnica y supone en el profesional de la salud consistencia de vida, sentido espiritual y una mirada que va más allá de la vida y de la muerte. La tragedia de la vida no es la muerte, sino aquello que dejamos morir dentro de nosotros mientras vivimos….nuestros valores de servicio. 

 

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