Jesus A. Labarta
365 TESTIMÓNIOS DE HOSPITALIDAD |
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Hermano |
Africa |
Jesus A. Labarta |
En un momento clave de mi vida, tuve la experiencia de la presencia del Señor, manifestado en « compasión». Era una fuente de sanación, mi camino por recorrer. Experiencia y conciencia que se hace presente como memorial a lo largo de mi vida y me impulsa a anunciarlo y a compartirlo con los demás, especialmente con los que sufren. Me senti llamado a consagrar mi vida al servicio de esta misión.
Entré en la Orden de San Juan de Dios porque me identifiqué con su carisma y con su misión. Era la respuesta a mi búsqueda. Me he sentido en mi casa en el fondo de mí mismo, Lo he encontrado. El camino de formación dentro de la institución me ha permitido entender el sentido de la consagración, la riqueza de la vida en comunidad, la pasión por la misión compartida pero también la purificación del ideal en la realidad.
Desde siempre he querido ampliar mis horizontes. He querido ir a anunciar el « Cristo compasivo y misericordioso » a otras tierras. El Señor me ofreció la oportunidad cuando un hermano que tenía que marchar a África renunció. Era el año 1985 cuando llegué a Senegal. La cabeza llena de ilusiones, de grandes ideas y la generosidad de la juventud. Quería implicarme directamente en la misión de nuestras obras. El Señor decidió de otro modo, mi misión sería la de colaborar en la formación de los Hermanos para que encarnen el carisma y asuman la responsabilidad de nuestros centros en un futuro próximo.
Los diferentes cargos que he desempeñado durante estos años me han ayudado a responder a este cometido. He vivido experiencias inolvidables, extraordinarias y excepcionales. El Señor ha hecho de verdad maravillas. Ahora, juntos, veo crecer el árbol y pruebo sus frutos. Han tomado el relevo, la misión sigue adelante.
Soy feliz con mi vocación y con el camino recorrido. Creo que nuestras vidas encuentran su sentido y se realizan en la obediencia. Es cierto que si al principio de mi camino hubiera tenido conciencia del camino por recorrer mi respuesta podría haber sido diferente. Pero Dios, un buen pedagoga, nos forma con paciencia respetando nuestra libertad. Su « compasión» nos renueva cada día.
Hoy como ayer la lámpara que ilumina mi camino es esta experiencia vivida de la « compasión del Señor ». Siento que he sido llamado a convertirme yo mismo en « compasión » y a anunciarlo a todos los hombres, especialmente a aquellos que sufren