BENITO MENNI, que hoy es elevado al honor de los altares, fue un fiel seguidor de San Juan de Dios y como tal fue con sus obras y sus palabras un heraldo del Evangelio de la Misericordia y un nuevo profeta de la hospitalidad.
Los orígenes y su vocación hospitalaria
La ciudad de Milán fue su cuna: en efecto es donde nació y donde fue bautizado el mismo día, el 11 de marzo de 1841. Le pusieron de nombre Ángel Hércules, como si fuera una premonición del espíritu y de la fuerza que iban a caracterizar su personalidad.
Era el quinto de quince hermanos nacidos del matrimonio de Luigi Menú con Luisa Figini. En su entorno familiar, cálido y hospitalario, encontró el apoyo y el estímulo para el desarrollo de su intelecto y de su personalidad.
La llamada de Dios le llegó pronto: fiel a su conciencia, dejó un buen empleo en un banco y, altruista hacia los que sufren, ofreció su ayuda en el transporte de los soldados heridos en la batalla de Magenta, cerca de Milán.
Impactado por el espíritu de abnegación y dedicación de los Hermanos de San Juan de Dios, con 19 años pidió entrar en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios..
Empezó su vida religiosa con el nombre de Benito, consagrándose a Dios y a la asistencia a los enfermos, y nosotros lo veneramos precisamente con el nombre de San Benito Menni.
Formación y misión hospitalaria
Durante sus estudios sacerdotales y de enfermería se fue forjando su personalidad religiosa-hospitalaria, poniéndola a disposición de sus Superiores, abrazando así la causa de la sociedad más necesitada, formada por numerosos enfermos
España, cuna de la Orden Hospitalaria, vivía entre luchas políticas, con una hostilidad declarada hacia las ordenes religiosas, y la obra de San Juan de Dios se había ido prácticamente extinguiendo, hacía falta un impulso renovador, y Benito Menni se convirtió en la persona providencial para su realización.
En 1867 lo destinaron a España, donde realizó grandes obras: la restauración de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y la fundación de la Congregación femenina de las “Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús”.
Su espíritu magnánimo, su gran capacidad y predisposición del alma lo ayudaron a superar muchas dificultades y a tomar iniciativas significativas en favor de los enfermos y de su asistencia integral.
Restaurador de la Orden Hospitalaria
Enviado a España por el entonces Superior General de la Orden, el Padre Giovanni M. Alfieri, que siempre lo apoyó, y con la bendición del Papa Pio IX, incluso antes de marcharse de Roma Benito Menni manifestó su fuerte voluntad y su espíritu decidido. Tras pocos meses, abrió el primer hospital pediátrico de España, en Barcelona (1867), que representó el inicio de su extraordinaria obra restauradora y que llevó adelante durante 36 años
Desde el primer momento, gracias a su compromiso vocacional, se unieron a él numerosos y generosos seguidores, con los que pudo desarrollar nuevas instituciones hospitalarias, que se multiplicaron en España, Portugal y Méjico, continuando así su difusión por todo el nuevo mundo.
Fundador de las Hermanas Hospitalarias
Al llegar a Granada (1878), Benito Menni conoce a dos jóvenes, María Josefa Recio y María Angustias Giménez, quienes serán en 1881 la semilla de una nueva Institución sanitaria femenina, con la característica especifica de la asistencia psiquiátrica.
En Ciempozuelos, Madrid, tiene sus orígenes y se funda la Casa Madre de la "Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús” que fue aprobada por la Santa Sede en 1901.
La señal de identidad en el servicio hospitalario se puede resumir con seis palabras: “orar, trabajar, soportar, sufrir, amar a Dios y callar”.
Pronto la nueva Institución extendió sus alas de caridad misericordiosa estableciéndose en varios países de Europa y de América Latina y, sucesivamente también de África y de Asia. Actualmente, mientras se cumple la canonización de su fundador, Benito Menni, las Hermanas están presentes en 24 países, con más de 100 Centros hospitalarios.
Benito Menni, como Fundador y Padre espiritual, les infundió su espíritu juandediano, continuando durante más de 30 años su dirección y ascética-hospitalaria.
Visitador y Superior General de la Orden
La obra magna que Benito Menni realizó como restaurador y fundador, al llamarle la Santa Sede se extendió, por el bien de toda la Orden con su nombramiento como Visitador Apostólico (1909-1911) y, a continuación como Superior General (1911), a cuyo cargo tuvo que renunciar al año siguiente por incomprensiones y por motivos de salud.
Pasó sus últimos dos años de vida en humildad y purificación, muriendo santamente en Dinan, Francia, el 24 de abril de 1914.