Supo lo que Dios le pedía
A todos los Hermanos y Colaboradores, miembros de la Familia Hospitalaria
de San Juan de Dios
Con motivo de la solemnidad de
San Juan de Dios, nuestro Fundador, envío a toda la Familia Hospitalaria de San
Juan de Dios mi felicitación y mis mejores deseos para que todos celebremos con
alegría la fiesta de nuestro Patrono.
En esta ocasión quiero recordar
la escena del incendio del Hospital Real de Granada y la actuación de San Juan
de Dios delante de una situación urgente y que dejó, primero paralizadas y
después admiradas a las gentes de Granada por cómo intervino nuestro santo
Fundador. Nos lo cuenta Castro en el capítulo XIII de la biografía de San Juan
de Dios.
Podemos imaginar la escena.
Seguramente por algún motivo importante se organizó una fiesta en el Hospital Real
y las cocinas necesitaron trabajar con más presión, o simplemente fue un
accidente, el caso fue que el fuego comenzó a devorar el recinto, con mucha
madera en su construcción, lo cual alimentaba el fuego. Dentro, muchas personas
que rápidamente abandonaron el Hospital cuando vieron que las llamas eran cada
vez mayores y no se podía pensar en apagarlas con cubadas de agua. Pero era un Hospital,
con una importante sección de enfermos mentales, que quedaron asustados e
inmóviles. Allí estuvo también internado nuestro Juan. ¿Qué sería de ellos?,
¿Quién se preocuparía de ellos?, ¿Quién se lanzaría a salvarlos del fuego?.
Por desgracia mucha gente de
todas las clases sociales de Granada se acercó al suceso, todos sabían que allí
dentro seguían muchos enfermos que necesitaban salir, porque de lo contrario
morirían víctimas de las llamas. Estaban preocupados, pero inmóviles,
paralizados. ¿Cómo entrar allí en esas condiciones?, hacerlo era poner en
peligro la propia vida.
Cuando Juan de Dios supo la
noticia, solo pensó en los enfermos que allí estaban y velozmente fue al lugar.
Al llegar y no obstante ver la dimensión del fuego, supo lo que Dios le
pedía. No había tiempo para pensar mucho, allí estaban muchos enfermos,
algunos incluso compañeros suyos, que necesitaban ayuda, que alguien los
socorriera para salir de ese infierno de fuego. Así que, con el impulso del
Señor, se lanzó dentro del Hospital en llamas, sin mirar ni pensar en peligros
para su vida, y fue sacando poco a poco a todos los enfermos. Dice Castro que
incluso salvó muebles, camas, ropa y otros enseres. Era tal el fuego y el humo
que nadie daba nada por su vida, sin embargo, salió ileso, solamente
“chamuscadas sus cejas”, para asombro y alegría de todos los presentes, que
eran muchos.
Así es como Juan de Dios fue
atrayendo cada vez más la admiración de quien le conocía. De hecho, dice Castro
al terminar su narración de este evento: “Y de estas obras se podrían
referir muchas que en su vida pasaron, que por brevedad se dejan”. Ante la
necesidad de quien sufría, Juan sabía lo que Dios le pedía: olvidarse de él y
darlo todo por el hermano, incluso poniendo en peligro su vida, como sucedió en
el incendio del Hospital Real, pero también en otros momentos de su vida, como
bien sabemos. Era el Espíritu del Señor quien le impulsaba a ello, era tal la
fuerza carismática, que como el buen samaritano, siguiendo a Jesucristo, antepuso
las necesidades de los demás a su propia vida, desvencijándose por completo. No
tenía miedo, porque era Dios quien le impulsaba y le guiaba, le cuidaba y le
acompañaba, le daba soporte y nunca le fallaba.
Para todos nosotros su testimonio
nos cuestiona y nos anima a renovar permanentemente nuestra vocación y nuestra
misión hospitalaria. Las necesidades siguen siendo muchas, a veces no alcanzan
la gravedad del incendio del Hospital Real, a veces incluso si, pero siempre
son urgentes para las personas que sufren en nuestro mundo y en el lugar donde
cada uno vivimos. A veces tenemos el peligro de quedarnos paralizados, preocupados
por un momento, pero inmóviles, sin apenas hacer nada. Con frecuencia nos
posicionamos en este grupo de los preocupados no activos. Quizás vamos
perdiendo la sensibilidad que encendió nuestro corazón cuando decidimos seguir el
camino de Juan de Dios, quizás no siempre nos preguntamos lo que Dios nos pide
delante de las situaciones de sufrimiento que encontramos.
Como todos sabéis hemos iniciado
la preparación del próximo Capítulo General, que está previsto celebrar en Częstochowa
(Polonia) en octubre del próximo año. El testimonio que nos da nuestro Fundador
ha de ser la mejor disposición de todos los miembros de la Familia de San Juan
de Dios para preparar el Capítulo y para afrontar el futuro de la Orden. Como a
Juan de Dios, todos nosotros hemos de saber lo que Dios nos pide: darlo todo
por los enfermos, pobres y necesitados, poniendo incluso en peligro nuestra
propia vida, siempre que se dé una situación de sufrimiento y necesidad. Es
la cara más radical de la hospitalidad, que siempre hemos de estar
dispuestos a vivir, como lo hizo San Juan de Dios en el caso del incendio del
Hospital Real de Granada y en otros muchos. La Iglesia, el mundo y la Orden
necesitan testimonios claros y radicales de hospitalidad, aquellos que no se
miran a sí mismos, sino que ponen sus vidas al servicio de los demás. Juan de
Dios supo lo que Dios le pedía y lo hizo. Nosotros también lo sabemos, démoslo
todo, incluso la vida para responder al Señor. Así comenzó Juan de Dios su
Obra, que dura hasta hoy. Así la Orden tendrá futuro, porque es lo que Dios
nos pide.
Les quiero informar ahora del
resultado de la campaña del año 2022 para el proyecto “Construyendo esperanza en Cuba”, impulsando una Unidad de Cuidados
Paliativos en el Hogar San Rafael para ancianos en La Habana y reestructurando
la Unidad Santa Ana del Sanatorio San Juan de Dios de La Habana para enfermos
mentales. El total recibido ha sido de 422.984,75 euros, fruto de la solidaridad de
todos, por lo que una vez más os doy mi más sincero agradecimiento.
Al mismo tiempo os comunico que
la campaña del presente año 2023 será para el proyecto de “Timor Este (Provincia de
Portugal)”. Se trata de un centro para asistir a personas sintecho y
excluidos. Agradezco vuestra generosidad y os pido que apoyemos esta causa, al
servicio de las personas pobres y excluidas de Timor Este. En breve se enviará
más información.
Feliz fiesta de San Juan de Dios
para todos. Que su ejemplo nos enseñe a discernir lo que Dios nos pide en
las situaciones que vivimos cada uno, para responder con ternura y hospitalidad
delante de los incendios, en sentido figurado, con los que nos
encontramos cada día.
Unidos en el
Señor y en San Juan de Dios, recibid un abrazo fraterno,
Hno. Jesús
Etayo