Modelo de Santidad para una Hospitalidad renovada
Su fiesta el día 12 de febrero
José Olallo, religioso ejemplar
El beato José Olallo Valdés fue un religioso de San Juan de Dios, vigilante y perseverante. El Señor lo encontró en su puesto, atento al cuidado de los enfermos; por eso lo llamó “siervo bueno y fiel”, y le abrió las puertas del paraíso. La Iglesia proclamó públicamente su santidad el día 29 de noviembre del año 2008 y nos invita a imitarlo.
Nosotros, Hermanos de San Juan de Dios, y la Iglesia de Cuba, en particular todo el pueblo de Camagüey, hemos sido enriquecidos con muchos dones, entre ellos el de la santidad del P.Olallo, realizada, manifestada en la hospitalidad (Cfr. I.Cor. 1, 3-9). Damos gracias a Dios por este gran don, aquí, en esta ciudad de Camagüey, donde el P.Olallo vivió y fue testigo del amor misericordioso del Señor.
Testimonios.
Después de su muerte, numerosos testigos declararon la santidad del P.Olallo con estas expresiones:
“llegó solo, sin nombre, a la puerta del hospicio; en el momento de su muerte viene aclamado: padre de los pobres”;
desde mucho tiempo fue el alma del hospital;
pasó la vida socorriendo al enfermo; con una mano daba pan, con la otra daba el espíritu;
un recuerdo siempre vivo.
Durante 54 años se dedicó a un constante y generoso servicio a los pobres y enfermos. Su actividad en la enfermería fue siempre acompañada de gran celo por el cuidado integral de la persona y por una espiritualidad humilde y cordial.
Murió admirado y llorado por todos el 7 marzo de 1889. Su funeral fue el signo de aclamación de un santo que entraba en el cielo.
El Papa Benedicto XVI, el 16 de diciembre del 2006, declaró que el siervo de Dios ejerció en grado heróico las virtudes teologales, cardinales y conexas. Y el 29 de noviembre del 2008 viene proclamado beato en la ciudad de Camagüey.
Vivió el Evangelio de la misericordia.
El beato Olallo Valdés es un don, un ejemplo, un modelo cercano en el ejercicio hospitalario. El beato Olallo es de esos santos normales que nos ha demostrado que la santidad no es un lujo, un privilegio de pocos y que se puede llegar por el camino ordinario, pero haciendo extraordinariamente las cosas de todos los días.
El beato Olallo nos ha comentado con su vida hermosas páginas del Evangelio: la misericordia, la hospitalidad, el servicio a los enfermos, las obras de caridad: dar de comer, de beber, visitar a los enfermos, curar, amar; es decir, el capítulo de las Bienaventuranzas (Mt.5); el capítulo del Buen Samaritano (Lc. 10); el capítulo de Juicio final: ven siervo bueno y fiel, entra a gozar, porque tuve hambre, sed, estuve enfermo…, y me diste de comer, de beber, me visitaste.. (Mt.25).
El beato Olallo forma parte del “maravilloso jardín” de la santidad de la Iglesia, orgullo para nosotros hospitalarios, porque su vida, su ejemplo en el modo de vivir su consagración, su modo de estar con los enfermos en momentos de dificultad, de crisis, de cambio, debería ser para nosotros como una nueva primavera en este momento social y eclesial que nos toca vivir.
Llamados a ser santos.
Dejémonos atraer por la sobrenatural forma de ejercer la hospitalidad en situación difícil como lo hizo el beato Olallo; dejémonos atraer por el encanto de la santidad que es una tarea de todos. Todos llamados a ser santos, a formar parte del arco iris de los santos, donde cada uno brilla con luz diversa, cada uno refleja la luz de la santidad de Dios. El rayo de luz de nuestro beato se llama caridad, se llama hospitalidad; una luz fuerte, privilegiada, en el arco iris de la santidad.
He aquí, pues, nuestro proyecto de vida – ser santos. ¡Adelante!. Vayamos a la universidad del Espíritu Santo; aprenderemos las cosas esenciales para serlo. Vayamos a la escuela de los santos, de nuestro Hermano-beato Olallo- encontraremos un modelo, un ejemplo cercano. No lo dejemos para mañana. Ahora pasa ante nosotros el tren de la santidad; subamos al vagón de la hospitalidad. Subamos, nos conducirá a una buena meta.
+ José L. REDRADO, O.H.