¡Corrieron a anunciarlo a sus discípulos!
A todos los miembros de la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios
Terminada la Cuaresma nos disponemos a celebrar la Pascua, con tal motivo quiero enviar a toda la Familia de San Juan de Dios y a todas las personas asistidas en los Centros y Servicios de la Orden, mi felicitación pascual, con el deseo de que el Señor Resucitado os llene de alegría y esperanza a todos. ¡Feliz Pascua de Resurrección!.
Fue en la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, cuando María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro donde habían puesto a Jesús. Iban tristes, había muerto aquel en el que habían puesto su esperanza, aquel que amaban. Todo parecía que había terminado. Iban a llorarle. Estaban de luto. Había muerto de la peor manera, condenado por las autoridades políticas y religiosas, prácticamente solo y abandonado. No había esperanza. Pero era tan reciente, que aún le amaban, no lo podían ni creer ni aceptar.
Pero no podían imaginar lo que les esperaba. Su amor y su fe en Jesús les llevó a vivir una experiencia tal que cambió su tristeza en alegría, el luto en celebración. Primero el anuncio del ángel: no temáis... Jesús el crucificado no está aquí, ha resucitado. Después el encuentro con Jesús: Alegraos... id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.
Era verdad lo que les había dicho mientras estuvo con ellos, que resucitaría. No solo no había terminado todo, sino que ahora comenzaba una nueva era, la de la vida, la de la esperanza para todos, especialmente para los más frágiles y vulnerables. ¡Vive!. Su resurrección es la puerta de la salvación para la humanidad. Ni sufrimiento, ni pecado ni muerte triunfarán. Ha llegado la vida. Es la gran noticia, el gran regalo que nos trae la Pascua. Vivámola con alegría.
Las mujeres corrieron a anunciarlo a sus discípulos. Es la reacción de quien vive una experiencia incontenible de alegría: ir corriendo lo más deprisa posible a comunicarlo a sus más allegados. Es lo que hicieron las mujeres. ¡Se han encontrado con el Resucitado!, ¡está vivo!. Es una reacción producida también por la fe y el amor a Jesús. De estar tristes y llorando, se convierten en las primeras anunciadoras, en las primeras misioneras y primeras testigos de la resurrección de Cristo.
Qué bonita experiencia la de las mujeres y luego la de los discípulos. Todos estamos invitados a vivirla durante la Pascua y siempre, porque Cristo ha resucitado para siempre. Primero la experiencia gozosa del encuentro con el resucitado, con quien ha vencido a la muerte. En la vida a nivel personal, social y también eclesial e incluso dentro de nuestra Orden, vivimos muchas situaciones que nos llevan al desánimo, a la frustración, a la desesperanza, a la tristeza. Parece que no hay nada que hacer, que siguen venciendo las fuerzas que propagan el sufrimiento, el pecado y la muerte. No faltan razones para ello. Pero el encuentro con el Resucitado lo cambia todo. Por encima de todo vence la fuerza de la alegría pascual, triunfa la vida, como ya lo había dicho Jesús mientras recorría los caminos anunciando la llegada del Reino de Dios. Por tanto ya no hay razones ni excusas para la tristeza y el luto, aunque muchas veces continuen repitiéndose situaciones de dolor y de muerte. No temáis, sobre todo ello triunfa la vida que nos trae Cristo Resucitado.
Como las mujeres también somos invitados a ir corriendo para anunciar esta buena noticia a todos. No hay tiempo que perder. Hay muchos hombres y mujeres que no la conocen o que dudan viviendo del lado de la triteza y el luto, sin horizontes, sin esperanza. En el tiempo de Pascua todos los que formamos parte de la Familia de San Juan de Dios, somos llamados a anunciar a los enfermos y a las personas que se atienden en nuestros Centros la alegría de la Pascua. Forma parte de nuestro carisma y de nuestra misión: ser testigos de la salvación y de la vida para siempre que nos trae la resurrección de Cristo, mostrando a quienes sufren que la enfermedad física, existencial o espiritual no es lo que nos espera finalmente, como no lo fue la cruz para Jesús, sino el triunfo de la vida, de la luz y de la alegría. Salgamos sin pérdida de tiempo a anunciarlo y seamos testigos apasionados de la alegría que trae la Pascua, siendo profetas de la compasión e iconos de las entrañas de misericordia de Dios, como nos dijo recientemente el Papa Francisco en su mensaje al Capítulo General.
Terminado el LXIX Capítulo General, estamos iniciando el nuevo sexenio, poniendo en marcha las nuevas responsabilidades, realizando el plan de trabajo y la programación del Gobierno General a partir de las Líneas de acción que fueron aprobadas por el Capítulo. En breve haremos llegar a todas las Provincias el documento que recogerá las Declaraciones del Capítulo General y la Programación para el nuevo periodo que estamos comenzando. Con la misma alegría y entusiasmo con el que las mujeres fueron a anunciar a los discípulos la resurrección de Jesús, os invito a todos a acoger y a anunciar las nuevas líneas de acción emanadas de nuestro Capítulo General que guiarán la vida de la Orden en los próximos seis años, para afrontar los desafíos que en la actualidad se nos presentan, con fidelidad al carisma y a la misión de nuestro lnstituto, con la esperanza y la vida que nos trae la resurrección de Jesucristo.
De parte del Gobierno General y de toda la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios de la Curia General, ¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!.
Hno. Jesús Etayo
Superior General