“... El
día del bienaventurado mártir san Sebastián, en la ciudad de Granada se hacia
entonces una fiesta solemne en la ermita de los Mártires... y sucedió predicar
un excelente varón, maestro en teología, llamado el maestro Ávila, luz y
resplandor de santidad... (Juan de Dios) oídas aquellas razones vivas de aquel
varón, en que engrandecía el premio que el Señor había dado a su santo mártir,
por haber padecido por su amor tantos tormentos, sacando de aquí a lo que se
debía poner un cristiano por servir a su Señor y no ofenderle, y padecer a
trueque de esto mil muertes; y ayudado con la gracia del Señor, que dio vida a
aquellas palabras, de tal manera se le fijaron en sus entrañas y fueron a él eficaces,
que luego mostraron bien su fuerza y virtud. Porque, acabado el sermón, salió
de allí como fuera de sí, dando voces pidiendo a Dios misericordia... dando
saltos y corriendo... hasta llegar a su posada... echó mano de los libros que
tenía, y los que trataban de caballerías y cosas profanas hacíalos con las
manos muchos pedazos y con los dientes, y los que eran de vidas de santos...
dábalos libremente de gracia al primero que se los pedía por amor de Dios... Y
así desnudo, descalzo y descaperuzado, siguió otra vez por las calles más
principales de Granada dando voces, queriendo, desnudo, seguir al desnudo Iesu‑Cristo...
Así, Ioan, de esta manera fue pidiendo misericordia al Señor... Fue tanto lo
que de esto hacía, que visto por personas honradas..., y lo llevaron a la
posada del padre Ávila... (que) le admitió por hijo de confesión desde
entonces, (y lo despidió) diciéndole: ‘Hermano Ioan,... id en hora buena, con
la bendición de Dios y la mía; que yo confío en el Señor que no os será negada
su misericordia.”’ (Francisco de Castro, Historia de la vida y sanctas obras de Juan
de Dios, y de la institución de su Orden, y principio de su hospital. En Gómez Moreno M. San Juan de Dios.
Primicias históricas suyas, Madrid 1950, p. 44.45-48)
La experiencia de la misericordia del Padre, transformó a Juan de Dios. La memoria que hoy celebramos, anime a los Hermanos de la Orden a recordar el don de la propia vocación y a mantener la actitud de conversión que exige cada día, para hace eficaz la nueva hospitalidad.